
bailando entre los geranios
en mi inmensa ventana
y me haces comprender
que ya no eres mi mariposa
a pesar de todo
sino un alma.
Te sientas a comer un damasco
en silencio
y en la televisión
malabaristas profesionales
penosamente intentan imitar
tus mágicos movimientos distraídos.
Me llamas desde la plaza
con tu celular rosado
y me dices que llegarás a las siete
y te adivino ahí de pie
hermosa
sonriéndole al mundo
y ya no eres una mariposa fugaz
sino una mujer.
Llegas a las nueve de la noche
y me miras de reojo
para constatar que llegaste atrasada
y te sumerges en tu mundo virtual
mientras yo ya me puedo dormir
tranquilo y en paz.
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Fotografía y diseño de Ian Welden. Copenhague 1995
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