Para mis hijitas Helene y Sidsel
Quino: "Tal vez algún día dejen a los jóvenes inventar su propia juventud."
Había una vez un país al final del mundo donde los cerros y las cerras despertaban en las noches y celebraban sus cumpleaños milenarios y sus aniversarios de bodas. Sin embargo, cuando el sol se retiraba, satisfecho de su diaria labor, una cerra muy joven lloraba ríos de tristezas.
Nadie sabía por qué lloraba. ¿Sería algún amor perdido? ¿O un dolor más poderoso aún, como la muerte? ¿O la vida?
Durante el día, estos seres camaleónicos dormían y soñaban con tiempos muy lejanos. Por ejemplo, cuando Adán y Eva paseaban de la mano por sus faldeos o los días en que sus antepasados los volcanes habían establecido una violenta tiranía de fuego sobre el naciente planeta Tierra.
Cuando el sol salía a trabajar por las mañanas, amables pastores llevaban a sus rebaños de ovejas a alimentarse con los jugosos pastos de los cerros y las cerras; los maestros enseñaban filosofía, matemáticas y pintura; los niños con sus madres a cuestas jugaban a besarse.
Pero la cerra errante no había dormido en cien años. Lloraba en las noches, viajaba de día por los parajes del país. Buscaba, siempre buscaba, sin saber qué era lo que buscaba.
Descendió a las entrañas de la tierra donde se encontraban las raíces blancas ya muy débiles pero aún vivas de sus padres. Ahí se quedó algunos días escuchando sus palabras de aliento y consuelo
"Eres tan joven, cerrita querida. Tienes miles de años por delante e incontables aventuras por vivir".
"Miles de años, ¿para qué? ¡Si al final voy terminar en una caverna como ésta!" contestó desconsolada, alejándose de esa vejez inválida cayendo sobre sus faldeos.
Subió a la cima del mundo, ahí donde las nobles montañas canosas se confundían con la nubes. Ahí donde enormes cóndores volaban con los ángeles y las rebeldes tormentas de hielo se emanciparon del sol.
"Míranos a nosotras, cerrita errante, somos viejas pero felices..."
Atormentada por la vejez y desgraciada, se arrastró hasta llegar a los silenciosos desiertos. La tumba de los cerros y cerras la recibió sin contestar. Sin respuestas. Ahí encontró a la nada. Ahí ni siquiera el diablo se atrevía a entrar.
"La total falta de sentido en la absurda existencia de las cosas" se dijo a si misma.
Huyó despavorida a buscar una respuesta donde las frescas y fértiles colinas. Las encontró bailando bajo un cielo tan azul que hacía doler el alma. Sus juventudes tan vitales hacían palidecer de envidia a toda la creación.
"Bailar y amar!¡ La juventud es eterna; hemos vencido a la muerte!".
Hastiada de tanta arrogancia se acordó de los seres humanos y se fue a buscarlos. Los encontró en un pueblecito rodeado por otras cerras y otros cerros. Ahí durmió quinientos años y tuvo un sueño revelador.
Soñó que hombres y mujeres la habían cercado con rejas de fierro. Cubrieron su lomo verde con cemento y clavaron letreros y semáforos en su joven cuerpo. También habían construido pesadas torres y automóviles estridentes. Gases venenosos la cruzaban de un lado para otro sin descanso día y noche. No quedaban árboles y el cielo era una mazamorra negra.
Los humanos se habían transformado en seres violentos, codiciosos y tramposos. Con sus guerras destruían todo lo construido para luego, en largas reuniones, repartirse a la cerrita...
"Miles de años, ¿para qué? ¡Si al final voy terminar en una caverna como ésta!" contestó desconsolada, alejándose de esa vejez inválida cayendo sobre sus faldeos.
Subió a la cima del mundo, ahí donde las nobles montañas canosas se confundían con la nubes. Ahí donde enormes cóndores volaban con los ángeles y las rebeldes tormentas de hielo se emanciparon del sol.
"Míranos a nosotras, cerrita errante, somos viejas pero felices..."
Atormentada por la vejez y desgraciada, se arrastró hasta llegar a los silenciosos desiertos. La tumba de los cerros y cerras la recibió sin contestar. Sin respuestas. Ahí encontró a la nada. Ahí ni siquiera el diablo se atrevía a entrar.
"La total falta de sentido en la absurda existencia de las cosas" se dijo a si misma.
Huyó despavorida a buscar una respuesta donde las frescas y fértiles colinas. Las encontró bailando bajo un cielo tan azul que hacía doler el alma. Sus juventudes tan vitales hacían palidecer de envidia a toda la creación.
"Bailar y amar!¡ La juventud es eterna; hemos vencido a la muerte!".
Hastiada de tanta arrogancia se acordó de los seres humanos y se fue a buscarlos. Los encontró en un pueblecito rodeado por otras cerras y otros cerros. Ahí durmió quinientos años y tuvo un sueño revelador.
Soñó que hombres y mujeres la habían cercado con rejas de fierro. Cubrieron su lomo verde con cemento y clavaron letreros y semáforos en su joven cuerpo. También habían construido pesadas torres y automóviles estridentes. Gases venenosos la cruzaban de un lado para otro sin descanso día y noche. No quedaban árboles y el cielo era una mazamorra negra.
Los humanos se habían transformado en seres violentos, codiciosos y tramposos. Con sus guerras destruían todo lo construido para luego, en largas reuniones, repartirse a la cerrita...
Al despertar de su pesadilla de
quinientos años se sintió atrapada de verdad, tal como en su sueño.
Seres malignos se la disputaban como si fuera un
trofeo.
Ahora, la cerrita vive feliz en un campo lleno de cerras y cerros, colinitas, montes y montañas. Y los seres humanos han calmado su agresividad y codicia y suben a los faldeos, como antes, con sus niños y sus viejos, a disfrutar del dulce aroma verde del planeta Tierra.
Autor: Ian Welden
Publicado por REVISTA AZUL@RTE CANADA
http://revistaliterariaazularte.blogspot.dk/2009/05/ian-weldenmilagro-la-cerra-errante.html
Publicado por REVISTA SEQUOYAH VIRTUAL CALIFORNIA
http://sequoyahmagazine.blogspot.dk/2009/08/septiembre-15-2006-num-19-orange-county.html
Un sentimiento nuevo invadió a la
cerra desde las entrañas del planeta. Sus raíces, antes débiles se colmaron de sabiduría. Y se
estremeció con tal fuerza que edificios, letreros y rejas cayeron
sobre la gente que, espantada, no encontró refugio.
Los cerros y cerras vecinos, también
prisioneros e invadidos, se unieron a ella en el terremoto devastador.Ahora, la cerrita vive feliz en un campo lleno de cerras y cerros, colinitas, montes y montañas. Y los seres humanos han calmado su agresividad y codicia y suben a los faldeos, como antes, con sus niños y sus viejos, a disfrutar del dulce aroma verde del planeta Tierra.
Autor: Ian Welden
Publicado por REVISTA AZUL@RTE CANADA
http://revistaliterariaazularte.blogspot.dk/2009/05/ian-weldenmilagro-la-cerra-errante.html
Publicado por REVISTA SEQUOYAH VIRTUAL CALIFORNIA
http://sequoyahmagazine.blogspot.dk/2009/08/septiembre-15-2006-num-19-orange-county.html
Queridas amistades,
ResponderBorrarhoy me aparto del otrora tabú del sexo para adentrarme en el tema de la sociedad y la adolescencia.
Èste cuento fue publicado por varias revistas virtuales hispanoamericánas y sólo encontré resistencia a su mensaje entre los sectores más viejos de la sociedad.
La cerrita errante encuentra finalmente su lugar en éste mundo entre l@s cerr@s de su edad pero nunca abandonó a su familia. Tan sólo se emancipó
en contra de guerras, alabradas de púas y violentos carteles de neón incitando a traicionar nuestras creencias y nuestras virtudes por el precio de nuestras vidas y nuestra sanidad mental y física.
Un abrazo desde Copenhague hoy trepando por el suave y gentil lomo de una cerrita danesa.
Ian.
Hola Ían, un relato preciosamente escrito y lleno de simbologías.
ResponderBorrarUna sociedad que aísla a sus jóvenes, corta sus amarras: está condenada a desangrarse.
Un beso,
Sylvia.
Hola Ían.
ResponderBorrarMe encantan tus cuentos, ojalá algún día pueda escribir tan lindo y con tanta sabiduría, pero por hoy, me complace enormemente llegar hasta tus Cerras y Cerros o hasta tu preciosa,misteriosa y seductora calle de Valby, de la cual estoy enamorada.
Este de hoy ... precioso. :-)
Un abrazo, siempre con mi admiración.
Moon.
Hola Ian, tu cuento maravilloso, y mira que yo hace tiempo que eso de los cuentos no me va, tu cuento me ha encantado. Un abrazo.
ResponderBorrarMi querido Ian, me ha encantado tu cuento.
ResponderBorrarGracias por pasar por mi casa.
Un beso y buen día
Tus hijas estarán encantas con este precioso cuento, pero tan real que abruma.
ResponderBorrarUn beso Ian.
Un hermoso cuento Ian, tus hijas bien pueden estar orgullosas, y no me voy sin decirte que tus relatos tienen un encanto especial, me gusta como plasmas,no todos tienemos ese buen hacer.Un abrazo y que pases un feliz domingo.
ResponderBorrarBello relato, nos cuentas de la belleza de los primeros tiempos donde el progreso tiene otro significado el de amar la tierra y progresar junto a ella...Despues los hombres se hacen de ella y desnutren su alma y su cuerpo...
ResponderBorrarY las estaciones van pasando
Y los ponis pintados suben y bajan
Somos cautivos del carrusel del tiempo
No podemos volver, sólo podemos mirar atrás
De donde veníamos
Y giramos, giramos, giramos
Al son del juego del círculo
Después de leer el relato anterior, leerte ahora es un refrigerio para el alma.
ResponderBorrarNaturaleza, orígenes, vida y el deseo inmenso de los hombres de bien de lograr un mundo hermoso para nuestros hijos, algún día, querido Ian, algún día, hasta quizás volvamos a ser jóvenes llenos de ansias y libertad y nos veamos, allá, en la cerrita.
Mi siempre abrazo, desde este ladito del mundo.
Un hermoso canto a la naturaleza, Ian, personalizado en ese adolescente cerro/a, al cual diste, no sólo vida, sino también voz. Y esa decisión final dolorosa, pero necesaria; la unión de cerros, aunándose para formar una defensa invencible, consiguiendo cambiar el rumbo de aquella situación, enterrando las injusticias. un buen final que habría que analizar profundamente.
ResponderBorrarUn fuerte abrazo
FINA
Pues si, la Tierra brama, y los cerros y cerras chillan por las iniquidades humanas...peor me gusta la esperanza que depsligas al final cuando dices que la humanidad vuelve a hacer pick-nicks en las laderas y valles. ¡Amén!
ResponderBorrarUn abrazo
(Y muchas gracias sobre lo que dices de mi poesía)
Magico,inspirador y realmente tierno,Iam.
ResponderBorrarBuen relato,tus hijas estarán encantadas de tener un mago-poeta en casa,ya lo creo.
Mi gratitud y un beso,amigo.
FELIZ DIA,IAM