Fotografía de Ian Welden. Copenhague 2011.
¿Te acuerdas, viejo amigo?
Éramos tan jóvenes
que el planeta
nos quedaba grande
y nuestras manos
siempre sonrientes
bailaban rock
en los amaneceres.
Volábamos
en alfombras mágicas
bebíamos arcoiris
y cantábamos
el Himno a la Alegría
burlándonos del diablo.
¿Te acuerdas, compañero?
La muerte
era una fábula
inventada
por los curas
y la vida nos hacía llorar
de tan eterna que era.
Éramos sabios
como aquellos libros
escritos al alba
siempre al alba
y milagrosamente poderosos
como las araucarias
en los bosques jamás talados.
¿Te acuerdas?
¿Te acuerdas, viejo amigo?
Éramos tan jóvenes
que el planeta
nos quedaba grande
y nuestras manos
siempre sonrientes
bailaban rock
en los amaneceres.
Volábamos
en alfombras mágicas
bebíamos arcoiris
y cantábamos
el Himno a la Alegría
burlándonos del diablo.
¿Te acuerdas, compañero?
La muerte
era una fábula
inventada
por los curas
y la vida nos hacía llorar
de tan eterna que era.
Éramos sabios
como aquellos libros
escritos al alba
siempre al alba
y milagrosamente poderosos
como las araucarias
en los bosques jamás talados.
¿Te acuerdas?
La juventud es un lugar común y luego la recordamos con una sonrisa de añoranza en la serenidad de los años que nos anclan a la tierra.
ResponderBorrarBesos
Verónica C.
(No me reconoce, por eso te dejo comentario como anónimo)
Tienes mucha razón, Verónica. Yo por mi parte mantengo mi lucha en contra de la vejez institucionalizada.
BorrarAbrazos desde una Copenhague sileniosa y luminosa,
Ian.