Arte Visual "Desolaciones". Ian Welden, Copenhague.
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Yo en realidad jamás supe nacer
como hombre de verdad.
Lo hice como bestia sigilosa.
Mi madre creyó ingenuamente
que yo era otra muñeca más
de su vasta colección
y me perdí por ahí
en los laberintos humanos
alaridos en la oscuridad
y brutalidades instintivas
de este planeta deforme.
Mi primer acto como ser consciente
fue recoger una quijada de asno
y destrozar alegremente
el cráneo de mi hermano menor.
Lo hice simplemente porque él estaba ahí
manso y hermoso como una cordillera nevada
sin molestar a nadie.
La autoridad me premió con una espada
un signo perpetuo en mi frente
y libertad incondicional
para vagar por el mundo a mi gusto
clavando tiernos corazones
que lavaban ropas multicolores
cantando felices en las orillas de los ríos.
No es que yo sea un hombre malo,
al contrario, soy puro y transparente.
Todos pueden auscultar mi alma
pero la mayoría no lo hace
por temor a la verdad
a nuestra naturaleza primitiva
y al afán por los ritos sangrientos
como lanzar a jóvenes vírgenes
a los hambrientos abismos de los dioses
siempre silenciosos e impasibles.
¡Los dioses!
He aprendido que hay muchos
en este universo estrafalario.
El mío es aquel de los ojos de piedra
que me ordenó sacrificar a mi hijo
para probar mi lealtad.
No se alarmen,
me detuvo la mano
empuñada en mi cuchillo de hueso
cuando comprobó que yo lo iba a obedecer
con el mayor entusiasmo.
Y luego están los otros, los de ustedes.
Dioses magnánimos, creadores,
fértiles e ingeniosos arquitectos
que hablan inútilmente de amor y perdón
a vuestra hora de dormir.
No me hablen de pobres ni cesantes
ni de ciudades de barro y paja.
Son mis placeres naturales
mi cena, mi libido.
Vivo en mansiones monstruosas y opulentas.
Por mi desmesurado escritorio
corren despavoridas las hordas de las almas
que yo he tramitado y crucificado.
Y en mi gran pared central
cuelga solitaria majestuosa
la pintura El Grito de Eduard Munch.
Como seguramente ya habrán deducido
no estoy pidiendo empleo.
Solamente estoy exigiendo reconocimiento
a mi esforzada y tan necesidad labor social.
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