domingo, 25 de diciembre de 2011

PASEO POR UN DÍA MARAVILLOSO





¡Este día de otoño ya apareció! El sol frío ilumina a un cielo azulísimo y desde mi ventanal observo las calles y los árboles. Las calles son grises y los árboles están teñidos de otoño. Parece el dibujo de un niño. La vida es tan simple. Pasan madres con infantes multicolores y ejecutivos con maletines de cuero de cocodrilo. Estudiantes que en realidad jamás estudian y viejos tomados de las manos de sus viejas.

En mi ventanal crecen hermosos y enérgicos los geranios rojos y los pequeños paltos. Y las figuritas de greda peruanas, mexicanas, chilenas, danesas y griegas danzan delicadamente entre ellas.

Jakeline despierta y luego de vestirnos y abrigarnos bien, salimos a pasear por este dia maravilloso. Nos sentimos felices. Ir al Reales Correos Daneses con ella es una delicia. Y el Real Banco Danés, mucho mejor. Uno tiene dos posibilidades: o llorar de frustración o reir a carcajadas. Nosotros elegimos la última.
Las larguísimas filas de gente, impacientes y malhumoradas, nos hacen sonreir. A la cajera poco simpática y agresiva le damos un ¡buenos días! amable y cortés.
Visitamos la estación de trenes de Valby. Hay locomotoras ya rendidas y oxidadas descansando sus vejeces cuan enormes insectos metálicos a los lados de las líneas férreas. Y trenes jóvenes y magníficos haciendo piruetas para atraer la atención de los pasajeros semi dormidos de tanto esperar. Y hay máquinas a punto de jubilarse, tomándose las cosas con calma llegando lentas pero puntualmente a la estación.
Jakeline se despide con un beso porque tiene que irse al trabajo y yo sigo caminando contento hacia la capital del reino, Copenhague. Y aquí está, como siempre, con su arcaica Real Casa de la Municipalidad y  el Strøget, el célebre paseo peatonal. Ahora me siento aún más felíz caminando por este hermoso lugar. Llego al Puerto Nuevo, que es un monumento de barcos intenacionales y locales y viejísimos edificios a la Hans Christian Andersen, pintados todos de celestes, azules, naranjos y rosados, todos con sus ventanitas blancas y simétricas y sus maceteros con flores surtidas. Y más allá, el mar que conduce al resto de Escandinavia y al planeta entero.
De pronto me doy cuenta que me he alejado demasiado de Valby. Tomo un taxi. El taxista es paquistaní y habla como tal. O sea enrollando la lengua cada vez que pronuncia una erre. Habla mal danés y perfecto inglés. Es parlanchín y yo lo dejo monologar calzando mis "ahá", mis "claro" y mis "no me diga" con perfecta precisión.
Ya estoy en La Plaza de Valby nuevamente y me siento en un banco a tomar aliento.  Es mediodía y La Calle Larga  se ha inundado de transeúntes. Yo disfruto de esta maraña de seres humanos y perros. Me dan ganas de cantar y tarareo "Good morning, good morning good morning ah!" de Los Beatles.
Los milagreros de siempre sorprenden a los paseantes con sus impresionantes artes surrealistas: Henrik, el vikingo que ya ha vivido mil años, arrugadito como una pasa,
hace malabares con su espléndida espada de hierro, sacándole chispas a las nubes
y regalando trozos de arcoiris a los niños boquiabiertos. Las multillizas de las Islas
Faro, Sussane, Sussana, Roxane, Roxana, Marianne, Marianna, Sabianne y Sabianna
levitan sobre las copas de los árboles de la plaza cantando el Himno a la Alegría de
Beethoven. Fátima, Amira, Adeba y todas las otras niñitas somalíes también cantan
y bailan rondas infantiles haciendo aparecer peces de colores del aire. Y El Chato
Vázquez, célebre milagrero chileno de Magallanes, reparte puñados de monedas de oro puro a la concurrencia causando caos en la situación financiera del Reino de Dinamarca.
A mi lado se ha sentado una hermosa mujer. Yo la observo impertinentemente y ella
me dice riendo "Sí, es un día maravilloso, ¿no?". Me dice que su nombre es Marlene. Me cuenta su vida en dos minutos y me pregunta ocasionalmente quién soy yo, de dónde vengo y a dónde voy... Ella se pone de pie y me tiende un mano "¿vamos a tomar un café?".
Es sueca y vive en la ciudad de Malmø, a media hora de Valby. Es cirujana y trabaja en el Hospital del Reino. Le gusta venir a Valby a vitrinear, conocer gente y ver los milagros. Habla danés con un delicioso acento sueco y es como escuchar a Liv Ullman en algún film de Ingmar Bergman.
Esta Marlene es un milagro que no quisiera perder. Se lo digo y me da un beso en la frente y su número de teléfono. Ella me cuenta acerca de su esposo Svend y ya en casa se lo cuento a Jakeline y ella me da un beso en la boca. Comienza a oscurecer lentamente con una luz color naranja. Cenamos congrio con salsa de perejil y papas asadas. Lavamos la loza en silencio y nos acostamos en mi sofá quedándonos poco a poco dormidos.
Pero antes de dormirse, Jakeline me susurra al oido "Todo ser humano tiene, de por ley, el derecho a disfrutar de un dia maravilloso, a pesar de las guerras, el caos ecológico, las hambrunas, la falta de dinero, el abuso de poder, las miserias..."
Al despertar, Jakeline ya no está y un nuevo día de otoño ya apareció. Por mi ventanal observo el milagro de la vida, la simpleza y la perfección. Como un banquito vacío rodeado de árboles otoñales esperándome tranquilamente en La Plaza de Valby.


Dibujo "Marlene" de Ian Welden. Copenhague 2008.

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viernes, 23 de diciembre de 2011

ALMA NUEVA


Dolor de amanecer ya no lo soportas
la espina se te va a atragantar
cuarenta días con cuarenta noches
tu corazón se seca sobre el arenal.

Caminos, no hay caminos todo es piedra
el día es sólo volver a comenzar
tus ojos te devuelvan tu imagen
tu manos llevan siglos sin poder amar.

Qué importa como fue
mejor es entender
que todo ésto termina esta noche.
Ahorita ya se viene la mañana
la luz será el aliado que esperabas.
Se sabe que al momento de la danza
se escucha el tren azul del amanecer
los árboles sepultan a las frígidas estatuas
la aves ya no cantan porque ríen.
La tierra es una tinaja de greda
nuestras manos herramientas en el mar
a tu choza le ha crecido un techo nuevo
tu pan se hace hermoso con la cordillera.

Acércate no más
tu manta cubrirá
aquello que termina esta noche,
mañana te despertarás sonriendo
la vida volverá a tenerlo todo.

Montaje fotográfico de Ian Welden, Copenhague 2000.







lunes, 19 de diciembre de 2011

DOMINGO DE SILENCIOS-Por la muerte de mi padre Oliver Welden

                            
                          Fotografía probablemente tomada por Lina Robeson Gajardo, mi madre. Con Con, Chile 1952

Ahí está
en el frutero de mi mesa
entre las manzanas y naranjas
la carta de mi hermano
anunciando la muerte
de mi padre.
Y en este domingo de silencios
("Musgosa, verde y húmeda tumba
en Alabama")
como dice la carta,
recorro mi casa tan solitaria
en Copenhague
lanzando golpes al aire
preparándome
para recibir al lunes
de una sola bofetada
en sus hocicos.
Mi padre
habrá librado ya
su última batalla
-ya de antemano perdida-
con los gusanos.
Y yo, tan repleto de amor
y congoja
estaré enfrentándome
con otro tipo de gusanos:
empleaditos, oficialillos,
...el cónsul de Chile.
Los mismos que llevaron a mi padre
a su tumba.




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lunes, 12 de diciembre de 2011

EL EXTRAÑO

                                             Collage de Ian Welden. Diciembre 2011.

Dices no estar muy segura
pero que pareces divisar a un extraño
riéndose de ti
en los cráteres más profundos
de mis ojos.
Como el hombre en la luna
que cuando niños creíamos ver
acechando en las noches de diciembre
entre juego y juego.

El tiempo y la ciencia
se han encargado de demostrar
la falsedad de semejantes sospechas.

Lejos de ser un extraño
que ríe y nos acecha
es un pobre centauro confundido
que desde una luna abandonada
lanza sus flechas de amor
hacia un universo que no lo comprende.

De mi poemario AMOR Y DESAMOR EN CHILE. 1982.

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miércoles, 7 de diciembre de 2011

QUIÉN ERES TÚ?





¿Quién eres tú
abriendo mundos mientras dormimos?
Cambiando nuestras vida para siempre
Encendiendo una esperanza
Con el latido de tu corazón
Moviéndote más rápida que el agua
¿Quién eres tú?
¿Cuál es tu nombre?
Hija de un amor sin fronteras
Tal vez tu nombre sea el de un bosque
Ahí donde el arcoiris se derrite
Ahí donde los árboles despiertan
¿Cual es tu nombre?
Cómo amamos
tu pequeña vida creciendo hacia nosotros
Más poderosa que salvajes sauces sureños
Más gentiles que nevadas praderas nórdicas
Más profunda que toda la creación
Cómo amamos!
Ven a mirar
A este mundo que hemos creado
Ha estado vivo durante milenios
Girando, dando volteretas y cambiando
Éste es el mundo que tenemos para ti
Ven a mirar.
Ven a sentir
Cómo por las mañanas
La luz del sol se apresura hacia tu cuna
enseñándote secretos y señales de vida
Entibiando el mar que hay dentro de ti
Ven a sentir.
Tómate de nuestras manos
Mientras nuestras manos te reconforten
Llevándote a casa cuando lloras
Compartiendo tu alegría cuando ríes
Y en nuestro momento de duda
Déjanos tomarnos de tu mano.



Ian Welden
Copenhague 1989

http://www.youtube.com/watch?v=Tmlf3EPfnXw

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martes, 6 de diciembre de 2011

INSTRUCCIONES ALIENÍGENAS


Naces solo y mueres solo,
y en el paréntesis
la soledad es tan grande
que necesitas
compartir la vida
para olvidarlo.
                 Erich Fromm.


Sentado aquí mirando hacia la calle
encuentro mis mensajes deshaciéndose en la lluvia.
Puedo ver tan largo que pierdo la cordura,
puedo ver tanto que pierdo el significado de la vida.
De todas maneras me canso de vivir
en bolsillos subalquilados.
De mirar hacia afuera
y recibir mi lluvia, mi sol y mi aire
a través de los ojos de cerraduras subalquiladas.
De observar a la luna
saliendo desde basureros subalquilados.
Porque merezco algo mejor,
toda la vida lo único que he hecho
ha sido decir OK y quebrarme la espalda
acarreando mensajes desconcertantes en mi Ipad.
Perdiendo la cordura tratando de comprender y efectuar
mensajes alienígenas.

A veces te veo, ¿sabes?
Bicicleteando por las calles de la ciudad
tu pelo un desastre, tus ojos apagados.
Generalmente te veo cuando el sol se está poniendo
y entonces me doy cuenta de lo mucho que he perdido.

Sin embargo, rara vez tengo suficiente tiempo
para echarte de menos como yo quisiera.
Problemas tediosos causados por gente tediosa
siempre me mantienen corriendo y bajo fuego.
Intentando llegar a lugares
siendo empujado y empujando.
Asistiendo a reuniones sin sentido.
Estresando mi alma y cartereándome
el poco tiempo que me queda.
Pero hay momentos
en que puedo descansar mi cabeza
en algún asiento del autobús
y el desgarro del dolor me alcanza
mientras que afuera el mundo sigue rotando.
Todo, todos, todo está perdido.

¿Sabes que a veces te veo durmiendo en algún tren
o volando por encima de una iglesia?
Generalmente te veo cuando mi mundo se está desmoronando
y entonces me doy cuenta y despierto.


Collage de Ian Welden, Copenhague 2010.

lunes, 5 de diciembre de 2011

LA ESPERANZA NUESTRA DE CADA DÍA



Me desperté por la mañana con una reacción alérgica en la piel. Mi piel reseca como un viejo roble  mostraba profundidades de volcanes a punto de entrar en erupción.

Me dirigí al consultorio de mi doctora. La Avenida de los Álamos estaba llena de multitudes agresivas. Serían como las ocho y llovía con saña sobre mi barrio de San Gabriel. Debía llegar al sector céntrico de Santa Lucía. Hombres y mujeres jóvenes con maletines de cuero de cocodrilo y  se abrían paso a codazos para llegar a sus escritorios y sus computadoras.
Uno de ellos  me abofeteó el rostro y una mujer hermosísima me gritó y  escupió  porque yo no le podía dar la pasada .
Los ciclistas distraídos con sus celulares atropellaban a niñitos incautos. Estos propinaban puntapiés a los cochecillos de las guaguas. Jóvenes madres golpeaban a su vez a los escolares con sus paraguas.

Logré colgarme del autobús. El chofer condujo a través de la ciudad frenando a
propósito para que los ancianos perdieran el equilibrio y se golpearan. Los ancianos a su vez azotaban con sus bastones a los inmigrantes y estos vandalizaron el autobús y lincharon al chofer.
Me alejé del vehículo en llamas y subí a saltos las escalas del consultorio. La sala de recepción estaba atestada de seres monstruosos y agresivos. La mayoría eran hombres adultos que vociferaban sus dolencias, defecaban en el piso y destrozaban los muebles.
Temeroso, entregué mi tarjeta plástica del seguro social a la recepcionista. Me preguntó descortésmente cual era mi problema. Se me había olvidado la razón de mi visita al médico. Ella  insistió a gritos y yo le mostré mis brazos resecos, dándome cuenta de que la alergia ya había invadido mis mejillas, ojos, boca. El dolor era insoportable y mi sangre formó una poza en el piso. La secretaria me obligó a lavar  los suelos de la clínica.
Horas después, la doctora, una mujer joven y hermosa, me recibió a empujones. Sin revisarme me lanzó una receta (Locoid 1% -emulsión) y a empellones me expulsó de su despacho.

Con mi ropa ensangrentada salí por fin a la Calle Santa Lucía. Ancianos deformes se abrían paso con sus pequeños coches eléctricos, derribando a los transeúntes. Sus ojos eran blancos y sin vida, sus bocas sin dientes llenas de espuma amarilla.
Perros salvajes me clavaron sus dientes al subir al autobús. El viaje de regreso a San Gabriel duró cinco horas, cuando habitualmente demoro una. El autobús lo ocupaban soldados con pasamontañas negros y ametralladoras. En las solapas de sus uniformes verdes de combate llevaban la insignia de una calavera rodeada por un sin fín de estrellitas blancas.
Desesperado, llegué a una farmacia  por medicamento. Mis mejillas explotaban como pequeñas bombas suicidas. El farmacéutico, un enano jorobado y tuerto, se negó a atenderme con el pretexto de que yo era una persona indeseable. Intenté increparle su comportamiento cuando entró un sargento con cuatro soldados. Me abofetearon, me esposaron y me sacaron a la calle a puntapiés.

La Avenida de los Álamos había sido ocupada por algún ejército extranjero. Hileras de cadáveres quemados yacían por doquier y gente corría perseguida por las metrallas de los soldados invasores. Bombas destruían hospitales y colegios.
El sargento me empujó contra una muralla y me gritó, con su revólver clavado en mi estómago: "Dame nombres, hijo de puta! ¡NOMBRES!". Me introdujo el arma en mi boca ensangrentada y apretó el gatillo. Escuché una explosión, vomité y desperté sobre un montículo de viejos, mujeres, niños y guaguas. Algunos estaban totalmente quemados y otros, como yo, quejumbrosos y agonizantes.
Logré avanzar desapercibido entre cadáveres, soldados psicóticos, hordas de refugiados e incendios s hasta mi casa.

Y ahora, estoy aquí, oculto entre los escombros de mi hogar. Lamo mis heridas y siento mucha pena por mí mismo. Sin embargo y a pesar de todo, muero esperanzado, mientras mis poros se han abierto.  De ellos surgen plantas vitales, flores multicolores y árboles robustos. Y, lo mejor,  millones de  hombres y mujeres jóvenes, hermosos y descontaminados.

Montaje fotográfico "SE VENDE UNA GUERRA": Ian Welden, copenhague 2001.

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domingo, 4 de diciembre de 2011

MADRE MADRE

MADRE MADRE
Para Lina Robeson




Te veo ahí en la madrugada solitaria
joven aún cual estatua recién esculpida
guiñándole a la luna como siempre
con tus recuerdos y tus sueños
en tu vieja bolsa de plástico.
Tus hijas e hijos paridos con tanto dolor
se ganan el pan de cada día
mientras tu les secas con tu alma
los espesos sudores de sus frentes.
Madre madre del vientre hospitalario
dame de tu ungüento mágico
para aliviar mi noches febriles.
Madre madre de la sonrisa eterna
exorcista de pesadillas y catástrofes
desarraiga nuevamente mis temores.
Mujer formidable de los pasos cordilleranos
sazona mis alimentos con tu paciencia
dame tu mano sabia y firme
para cruzar las calles de la vida
y enséñame a atrapar una vez más
las eternas estrellas inalcanzables.

Fotografías y montajes fotográficos de Ian Welden. Copenhague 2005 y 2011.

jueves, 1 de diciembre de 2011

LA REALIDAD ES INCONFUNDIBLE

No se puede mentirle a los niños.
Sus preguntas requieren
respuestas honestas: cuando
un piedrazo te hacen saltar
los dientes en el camino,
cuando el techo se hunde
por la tormenta, cuando
el hijo cae al canal mugriento,
cuando el hermano te clava
su garras en tus espaldas,
cuando las cosas,
todas las simples cosas
como el amor, la amistad,
un paseo, un juego,
te salpican el rostro
con su ácido sorpresivo, mortal,
no, mi niño, no, no, no,
los ángeles de la guarda
no existen, tampoco
el viejo pascuero.
No tengamos la menor duda:
la realidad es inconfundible.

Arte visual por Ian Welden, Copenhague 2005.

Del Poemario EXILIARIO
Copenhague-1975

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