domingo, 25 de diciembre de 2011

PASEO POR UN DÍA MARAVILLOSO





¡Este día de otoño ya apareció! El sol frío ilumina a un cielo azulísimo y desde mi ventanal observo las calles y los árboles. Las calles son grises y los árboles están teñidos de otoño. Parece el dibujo de un niño. La vida es tan simple. Pasan madres con infantes multicolores y ejecutivos con maletines de cuero de cocodrilo. Estudiantes que en realidad jamás estudian y viejos tomados de las manos de sus viejas.

En mi ventanal crecen hermosos y enérgicos los geranios rojos y los pequeños paltos. Y las figuritas de greda peruanas, mexicanas, chilenas, danesas y griegas danzan delicadamente entre ellas.

Jakeline despierta y luego de vestirnos y abrigarnos bien, salimos a pasear por este dia maravilloso. Nos sentimos felices. Ir al Reales Correos Daneses con ella es una delicia. Y el Real Banco Danés, mucho mejor. Uno tiene dos posibilidades: o llorar de frustración o reir a carcajadas. Nosotros elegimos la última.
Las larguísimas filas de gente, impacientes y malhumoradas, nos hacen sonreir. A la cajera poco simpática y agresiva le damos un ¡buenos días! amable y cortés.
Visitamos la estación de trenes de Valby. Hay locomotoras ya rendidas y oxidadas descansando sus vejeces cuan enormes insectos metálicos a los lados de las líneas férreas. Y trenes jóvenes y magníficos haciendo piruetas para atraer la atención de los pasajeros semi dormidos de tanto esperar. Y hay máquinas a punto de jubilarse, tomándose las cosas con calma llegando lentas pero puntualmente a la estación.
Jakeline se despide con un beso porque tiene que irse al trabajo y yo sigo caminando contento hacia la capital del reino, Copenhague. Y aquí está, como siempre, con su arcaica Real Casa de la Municipalidad y  el Strøget, el célebre paseo peatonal. Ahora me siento aún más felíz caminando por este hermoso lugar. Llego al Puerto Nuevo, que es un monumento de barcos intenacionales y locales y viejísimos edificios a la Hans Christian Andersen, pintados todos de celestes, azules, naranjos y rosados, todos con sus ventanitas blancas y simétricas y sus maceteros con flores surtidas. Y más allá, el mar que conduce al resto de Escandinavia y al planeta entero.
De pronto me doy cuenta que me he alejado demasiado de Valby. Tomo un taxi. El taxista es paquistaní y habla como tal. O sea enrollando la lengua cada vez que pronuncia una erre. Habla mal danés y perfecto inglés. Es parlanchín y yo lo dejo monologar calzando mis "ahá", mis "claro" y mis "no me diga" con perfecta precisión.
Ya estoy en La Plaza de Valby nuevamente y me siento en un banco a tomar aliento.  Es mediodía y La Calle Larga  se ha inundado de transeúntes. Yo disfruto de esta maraña de seres humanos y perros. Me dan ganas de cantar y tarareo "Good morning, good morning good morning ah!" de Los Beatles.
Los milagreros de siempre sorprenden a los paseantes con sus impresionantes artes surrealistas: Henrik, el vikingo que ya ha vivido mil años, arrugadito como una pasa,
hace malabares con su espléndida espada de hierro, sacándole chispas a las nubes
y regalando trozos de arcoiris a los niños boquiabiertos. Las multillizas de las Islas
Faro, Sussane, Sussana, Roxane, Roxana, Marianne, Marianna, Sabianne y Sabianna
levitan sobre las copas de los árboles de la plaza cantando el Himno a la Alegría de
Beethoven. Fátima, Amira, Adeba y todas las otras niñitas somalíes también cantan
y bailan rondas infantiles haciendo aparecer peces de colores del aire. Y El Chato
Vázquez, célebre milagrero chileno de Magallanes, reparte puñados de monedas de oro puro a la concurrencia causando caos en la situación financiera del Reino de Dinamarca.
A mi lado se ha sentado una hermosa mujer. Yo la observo impertinentemente y ella
me dice riendo "Sí, es un día maravilloso, ¿no?". Me dice que su nombre es Marlene. Me cuenta su vida en dos minutos y me pregunta ocasionalmente quién soy yo, de dónde vengo y a dónde voy... Ella se pone de pie y me tiende un mano "¿vamos a tomar un café?".
Es sueca y vive en la ciudad de Malmø, a media hora de Valby. Es cirujana y trabaja en el Hospital del Reino. Le gusta venir a Valby a vitrinear, conocer gente y ver los milagros. Habla danés con un delicioso acento sueco y es como escuchar a Liv Ullman en algún film de Ingmar Bergman.
Esta Marlene es un milagro que no quisiera perder. Se lo digo y me da un beso en la frente y su número de teléfono. Ella me cuenta acerca de su esposo Svend y ya en casa se lo cuento a Jakeline y ella me da un beso en la boca. Comienza a oscurecer lentamente con una luz color naranja. Cenamos congrio con salsa de perejil y papas asadas. Lavamos la loza en silencio y nos acostamos en mi sofá quedándonos poco a poco dormidos.
Pero antes de dormirse, Jakeline me susurra al oido "Todo ser humano tiene, de por ley, el derecho a disfrutar de un dia maravilloso, a pesar de las guerras, el caos ecológico, las hambrunas, la falta de dinero, el abuso de poder, las miserias..."
Al despertar, Jakeline ya no está y un nuevo día de otoño ya apareció. Por mi ventanal observo el milagro de la vida, la simpleza y la perfección. Como un banquito vacío rodeado de árboles otoñales esperándome tranquilamente en La Plaza de Valby.


Dibujo "Marlene" de Ian Welden. Copenhague 2008.

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viernes, 23 de diciembre de 2011

ALMA NUEVA


Dolor de amanecer ya no lo soportas
la espina se te va a atragantar
cuarenta días con cuarenta noches
tu corazón se seca sobre el arenal.

Caminos, no hay caminos todo es piedra
el día es sólo volver a comenzar
tus ojos te devuelvan tu imagen
tu manos llevan siglos sin poder amar.

Qué importa como fue
mejor es entender
que todo ésto termina esta noche.
Ahorita ya se viene la mañana
la luz será el aliado que esperabas.
Se sabe que al momento de la danza
se escucha el tren azul del amanecer
los árboles sepultan a las frígidas estatuas
la aves ya no cantan porque ríen.
La tierra es una tinaja de greda
nuestras manos herramientas en el mar
a tu choza le ha crecido un techo nuevo
tu pan se hace hermoso con la cordillera.

Acércate no más
tu manta cubrirá
aquello que termina esta noche,
mañana te despertarás sonriendo
la vida volverá a tenerlo todo.

Montaje fotográfico de Ian Welden, Copenhague 2000.







lunes, 19 de diciembre de 2011

DOMINGO DE SILENCIOS-Por la muerte de mi padre Oliver Welden

                            
                          Fotografía probablemente tomada por Lina Robeson Gajardo, mi madre. Con Con, Chile 1952

Ahí está
en el frutero de mi mesa
entre las manzanas y naranjas
la carta de mi hermano
anunciando la muerte
de mi padre.
Y en este domingo de silencios
("Musgosa, verde y húmeda tumba
en Alabama")
como dice la carta,
recorro mi casa tan solitaria
en Copenhague
lanzando golpes al aire
preparándome
para recibir al lunes
de una sola bofetada
en sus hocicos.
Mi padre
habrá librado ya
su última batalla
-ya de antemano perdida-
con los gusanos.
Y yo, tan repleto de amor
y congoja
estaré enfrentándome
con otro tipo de gusanos:
empleaditos, oficialillos,
...el cónsul de Chile.
Los mismos que llevaron a mi padre
a su tumba.




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lunes, 12 de diciembre de 2011

EL EXTRAÑO

                                             Collage de Ian Welden. Diciembre 2011.

Dices no estar muy segura
pero que pareces divisar a un extraño
riéndose de ti
en los cráteres más profundos
de mis ojos.
Como el hombre en la luna
que cuando niños creíamos ver
acechando en las noches de diciembre
entre juego y juego.

El tiempo y la ciencia
se han encargado de demostrar
la falsedad de semejantes sospechas.

Lejos de ser un extraño
que ríe y nos acecha
es un pobre centauro confundido
que desde una luna abandonada
lanza sus flechas de amor
hacia un universo que no lo comprende.

De mi poemario AMOR Y DESAMOR EN CHILE. 1982.

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miércoles, 7 de diciembre de 2011

QUIÉN ERES TÚ?





¿Quién eres tú
abriendo mundos mientras dormimos?
Cambiando nuestras vida para siempre
Encendiendo una esperanza
Con el latido de tu corazón
Moviéndote más rápida que el agua
¿Quién eres tú?
¿Cuál es tu nombre?
Hija de un amor sin fronteras
Tal vez tu nombre sea el de un bosque
Ahí donde el arcoiris se derrite
Ahí donde los árboles despiertan
¿Cual es tu nombre?
Cómo amamos
tu pequeña vida creciendo hacia nosotros
Más poderosa que salvajes sauces sureños
Más gentiles que nevadas praderas nórdicas
Más profunda que toda la creación
Cómo amamos!
Ven a mirar
A este mundo que hemos creado
Ha estado vivo durante milenios
Girando, dando volteretas y cambiando
Éste es el mundo que tenemos para ti
Ven a mirar.
Ven a sentir
Cómo por las mañanas
La luz del sol se apresura hacia tu cuna
enseñándote secretos y señales de vida
Entibiando el mar que hay dentro de ti
Ven a sentir.
Tómate de nuestras manos
Mientras nuestras manos te reconforten
Llevándote a casa cuando lloras
Compartiendo tu alegría cuando ríes
Y en nuestro momento de duda
Déjanos tomarnos de tu mano.



Ian Welden
Copenhague 1989

http://www.youtube.com/watch?v=Tmlf3EPfnXw

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martes, 6 de diciembre de 2011

INSTRUCCIONES ALIENÍGENAS


Naces solo y mueres solo,
y en el paréntesis
la soledad es tan grande
que necesitas
compartir la vida
para olvidarlo.
                 Erich Fromm.


Sentado aquí mirando hacia la calle
encuentro mis mensajes deshaciéndose en la lluvia.
Puedo ver tan largo que pierdo la cordura,
puedo ver tanto que pierdo el significado de la vida.
De todas maneras me canso de vivir
en bolsillos subalquilados.
De mirar hacia afuera
y recibir mi lluvia, mi sol y mi aire
a través de los ojos de cerraduras subalquiladas.
De observar a la luna
saliendo desde basureros subalquilados.
Porque merezco algo mejor,
toda la vida lo único que he hecho
ha sido decir OK y quebrarme la espalda
acarreando mensajes desconcertantes en mi Ipad.
Perdiendo la cordura tratando de comprender y efectuar
mensajes alienígenas.

A veces te veo, ¿sabes?
Bicicleteando por las calles de la ciudad
tu pelo un desastre, tus ojos apagados.
Generalmente te veo cuando el sol se está poniendo
y entonces me doy cuenta de lo mucho que he perdido.

Sin embargo, rara vez tengo suficiente tiempo
para echarte de menos como yo quisiera.
Problemas tediosos causados por gente tediosa
siempre me mantienen corriendo y bajo fuego.
Intentando llegar a lugares
siendo empujado y empujando.
Asistiendo a reuniones sin sentido.
Estresando mi alma y cartereándome
el poco tiempo que me queda.
Pero hay momentos
en que puedo descansar mi cabeza
en algún asiento del autobús
y el desgarro del dolor me alcanza
mientras que afuera el mundo sigue rotando.
Todo, todos, todo está perdido.

¿Sabes que a veces te veo durmiendo en algún tren
o volando por encima de una iglesia?
Generalmente te veo cuando mi mundo se está desmoronando
y entonces me doy cuenta y despierto.


Collage de Ian Welden, Copenhague 2010.

lunes, 5 de diciembre de 2011

LA ESPERANZA NUESTRA DE CADA DÍA



Me desperté por la mañana con una reacción alérgica en la piel. Mi piel reseca como un viejo roble  mostraba profundidades de volcanes a punto de entrar en erupción.

Me dirigí al consultorio de mi doctora. La Avenida de los Álamos estaba llena de multitudes agresivas. Serían como las ocho y llovía con saña sobre mi barrio de San Gabriel. Debía llegar al sector céntrico de Santa Lucía. Hombres y mujeres jóvenes con maletines de cuero de cocodrilo y  se abrían paso a codazos para llegar a sus escritorios y sus computadoras.
Uno de ellos  me abofeteó el rostro y una mujer hermosísima me gritó y  escupió  porque yo no le podía dar la pasada .
Los ciclistas distraídos con sus celulares atropellaban a niñitos incautos. Estos propinaban puntapiés a los cochecillos de las guaguas. Jóvenes madres golpeaban a su vez a los escolares con sus paraguas.

Logré colgarme del autobús. El chofer condujo a través de la ciudad frenando a
propósito para que los ancianos perdieran el equilibrio y se golpearan. Los ancianos a su vez azotaban con sus bastones a los inmigrantes y estos vandalizaron el autobús y lincharon al chofer.
Me alejé del vehículo en llamas y subí a saltos las escalas del consultorio. La sala de recepción estaba atestada de seres monstruosos y agresivos. La mayoría eran hombres adultos que vociferaban sus dolencias, defecaban en el piso y destrozaban los muebles.
Temeroso, entregué mi tarjeta plástica del seguro social a la recepcionista. Me preguntó descortésmente cual era mi problema. Se me había olvidado la razón de mi visita al médico. Ella  insistió a gritos y yo le mostré mis brazos resecos, dándome cuenta de que la alergia ya había invadido mis mejillas, ojos, boca. El dolor era insoportable y mi sangre formó una poza en el piso. La secretaria me obligó a lavar  los suelos de la clínica.
Horas después, la doctora, una mujer joven y hermosa, me recibió a empujones. Sin revisarme me lanzó una receta (Locoid 1% -emulsión) y a empellones me expulsó de su despacho.

Con mi ropa ensangrentada salí por fin a la Calle Santa Lucía. Ancianos deformes se abrían paso con sus pequeños coches eléctricos, derribando a los transeúntes. Sus ojos eran blancos y sin vida, sus bocas sin dientes llenas de espuma amarilla.
Perros salvajes me clavaron sus dientes al subir al autobús. El viaje de regreso a San Gabriel duró cinco horas, cuando habitualmente demoro una. El autobús lo ocupaban soldados con pasamontañas negros y ametralladoras. En las solapas de sus uniformes verdes de combate llevaban la insignia de una calavera rodeada por un sin fín de estrellitas blancas.
Desesperado, llegué a una farmacia  por medicamento. Mis mejillas explotaban como pequeñas bombas suicidas. El farmacéutico, un enano jorobado y tuerto, se negó a atenderme con el pretexto de que yo era una persona indeseable. Intenté increparle su comportamiento cuando entró un sargento con cuatro soldados. Me abofetearon, me esposaron y me sacaron a la calle a puntapiés.

La Avenida de los Álamos había sido ocupada por algún ejército extranjero. Hileras de cadáveres quemados yacían por doquier y gente corría perseguida por las metrallas de los soldados invasores. Bombas destruían hospitales y colegios.
El sargento me empujó contra una muralla y me gritó, con su revólver clavado en mi estómago: "Dame nombres, hijo de puta! ¡NOMBRES!". Me introdujo el arma en mi boca ensangrentada y apretó el gatillo. Escuché una explosión, vomité y desperté sobre un montículo de viejos, mujeres, niños y guaguas. Algunos estaban totalmente quemados y otros, como yo, quejumbrosos y agonizantes.
Logré avanzar desapercibido entre cadáveres, soldados psicóticos, hordas de refugiados e incendios s hasta mi casa.

Y ahora, estoy aquí, oculto entre los escombros de mi hogar. Lamo mis heridas y siento mucha pena por mí mismo. Sin embargo y a pesar de todo, muero esperanzado, mientras mis poros se han abierto.  De ellos surgen plantas vitales, flores multicolores y árboles robustos. Y, lo mejor,  millones de  hombres y mujeres jóvenes, hermosos y descontaminados.

Montaje fotográfico "SE VENDE UNA GUERRA": Ian Welden, copenhague 2001.

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domingo, 4 de diciembre de 2011

MADRE MADRE

MADRE MADRE
Para Lina Robeson




Te veo ahí en la madrugada solitaria
joven aún cual estatua recién esculpida
guiñándole a la luna como siempre
con tus recuerdos y tus sueños
en tu vieja bolsa de plástico.
Tus hijas e hijos paridos con tanto dolor
se ganan el pan de cada día
mientras tu les secas con tu alma
los espesos sudores de sus frentes.
Madre madre del vientre hospitalario
dame de tu ungüento mágico
para aliviar mi noches febriles.
Madre madre de la sonrisa eterna
exorcista de pesadillas y catástrofes
desarraiga nuevamente mis temores.
Mujer formidable de los pasos cordilleranos
sazona mis alimentos con tu paciencia
dame tu mano sabia y firme
para cruzar las calles de la vida
y enséñame a atrapar una vez más
las eternas estrellas inalcanzables.

Fotografías y montajes fotográficos de Ian Welden. Copenhague 2005 y 2011.

jueves, 1 de diciembre de 2011

LA REALIDAD ES INCONFUNDIBLE

No se puede mentirle a los niños.
Sus preguntas requieren
respuestas honestas: cuando
un piedrazo te hacen saltar
los dientes en el camino,
cuando el techo se hunde
por la tormenta, cuando
el hijo cae al canal mugriento,
cuando el hermano te clava
su garras en tus espaldas,
cuando las cosas,
todas las simples cosas
como el amor, la amistad,
un paseo, un juego,
te salpican el rostro
con su ácido sorpresivo, mortal,
no, mi niño, no, no, no,
los ángeles de la guarda
no existen, tampoco
el viejo pascuero.
No tengamos la menor duda:
la realidad es inconfundible.

Arte visual por Ian Welden, Copenhague 2005.

Del Poemario EXILIARIO
Copenhague-1975

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martes, 29 de noviembre de 2011

FIN DEL EXILIO

El sexo sin amor sólo alivia el abismo que existe
entre dos seres humanos de forma momentánea.
                                                    Erich Fromm.

Por fin
encuentro a mi país.
Ya no hay
problemas de pronunciación
y la ortografía
fluye suave.
Alcanzo tu boca
con mi mano izquierda
mientras jadeas y salivas
sobre mi roja bandera.
Paseo mi lengua
por tus fronteras
mientras me observas hacerlo
con tus ojos entrecerrados.
Me revuelco
en tu tierra
y tus aguas
y desciendo a tus minas
con el idioma que tengo
entre mis piernas.
Y proclamamos
con alaridos de placer
el delicioso acto
de unidad entre dos pueblos.

Dibujo de mi autoría. Copenhague, barrio de Valby 2001.


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domingo, 27 de noviembre de 2011

DEMOLICIÓN

Estas viejas torres mías
             se desmoronan
                   finalmente.

El cielo se ha quedado para siempre
                              fuera del alcance 
                                de mis ventanas
                                          y puertas.

Escombros que agonizan son malos compañeros
                                                              entonces
las palomas también han huido.

Viejos días celestes dibujo en el aire
                desde mis humos y polvos
   y en la triste grieta que es mi boca
            comienza a juntarse la lluvia.

Arte visual de mi autoría. Københan 2002.

Del Poemario EXILIARIO
Copenhague-1975
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PALABRA MÁGICA

Para mi corazón basta tu pecho
para tu libertad bastan mis alas,
Pablo Neruda.

Caminamos por calles
que son ajenas
y la noche
y las luces
de un país lejano
nos llevan
nos traen
pero no nos tocan.
Jugamos
con las sombras
de nuestras manos
en la pared
bajo el mapa
y somos pájaros
y somos flores
mirando
hacia la misma dirección
como dos torres.
Y me abrazas
para dormirte
con la palabra mágica
escapando de tu boca
como una lágrima:
¡Chile!

Poema de mi poemario inédito EXILIARIO, Copenhague 1975.

Dibujo LA ESPERA de mi autoría. Copenhague 1997..

viernes, 25 de noviembre de 2011

BITÁCORA DE UN PUEBLO FELIZ


Después de la leche con miel
salimos al corral
y liberamos al último caballo alado.
El miércoles por la noche
encendimos la fogata
y en ella aparecieron
dragones del Tucúquere
pequeños como los dedos pulgares
de una adolescente inca.
El jueves, nada especial,
tan sólo vagar por el parque
y admirar las estatuas de piedra
que nadie sabe quién construyó.
El sábado bailamos hasta el cansancio
al ritmo de las estrellas
y al llegar la madrugada
nos tendimos sobre la hierba
para registrar en nuestros cuadernos
los segundos que transcurren
entre la puesta de la tímida luna
y la violenta salida del sol.
El domingo fresco y temprano
horneamos pan de maíz
y luego fuimos a la plaza
donde el alcalde nos contó el cuento
de la aparición del primer árbol
en la mitad de la Calle Principal.
En la noche del domingo
expulsamos a todos los amantes de la violencia
y nos dispusimos a cenar maquis y piñones.
Cantamos canciones mapuches
y nos fuimos a acostar emparejados.


De mi poemario inédito EXILIARIO, Copenhague 1976.
Dibujo/Collage de mi autoría. Copenhague 1997.
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UN MARTES CUALQUIERA

La formidable tonelada de un martes
se deposita sobre mi espalda.
Desde lejanas cabinas telefónicas
indago las misteriosas razones
de mi prematura indigencia.
Acudo puntual, bien pulido
y con mi mejor camisa
a las eternas citas
de la Asistencia Social
pero nunca hay asilo
tregua o espacio
para un hombre fuerte y sano
que ha cumplido los sesenta
pero incapaz de mimetizar sus alas
al color del acero, del hormigón armado
y a la competente voracidad de esta jungla.
Tantas preguntas huecas
desde el otro lado del escritorio
y tantos números de identidad
reemplazando mis manos y mis ojos
en las límpidas pantallas de Windows.
Y cuando este martes
reposa sus teclados sobre el horizonte
me voy a descansar a la plaza de la esquina
y a observar a los tiernos niños
con sus zancadillas y bofetadas,
sus tanques y sus misiles.

De mi poemario inédto "EXILIARIO", Copenhague 1976.

Dibujo "LOS NIÑOS DE LA MUERTE" de Ian Welden. Copenhague 2005.


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miércoles, 23 de noviembre de 2011

PASAJEROS EN LA NIEVE


Hemos clavado
nuestras banderas provisorias,
hemos traído nuestras maletas
y colchones,
nuestros dibujos
nuestro verbo
y nuestra música
a este país blanco.
Hemos ido criando
nuestras bacterias subdesarrolladas
y de cuando en cuando
lanzamos una piedra hacia el sur
con la esperanza de romperle
una ventana a nuestros verdugos.
Por las mañanas
vamos en patota
al hipermercado
y confundimos el alimento para perros
con nuestros añorados porotos
y se nos enredan las manos y los pies
en las flamantes escalas mecánicas.
¿Qué es una cordillera?
Me preguntaba mi hija
mientra lengüeteaba su soft ice
y yo no supe qué responderle
mientras introducía monedas
en el refrigerador electrónico.
De vez en cuando
nos llamamos por teléfono
para preguntarnos por la salud.
De vez en cuando
nos juntamos a conversar
mientras que afuera ya oscurece
y los días se transforman
en ingeniosos proyectos jamás realizados
y las noche en sueños abortados.



Arte visual del poema por Ian Welden, Copenhague 1977.

lunes, 21 de noviembre de 2011

AMOR POLUCIONADO



Aquí donde vivo
muy adentro de mí
en la regiones donde solía llegar el sol
donde crecían los bosques
en perfectos bouquetes azules,
(clandestinos guerrilleros del amor)
la mágica resina
de los formidables eucaliptus
que nos lubricaban los huesos
con la destreza de una estrella fugaz
se ha secado, ya no me ama.
Donde los ríos
donde los mares,
tan sólo me queda
un hueco de concreto
y un hueco de plástico
que me arden con furia
en mi noble bolsillo vacío.
¿Y qué hacer
para recobrar nuevamente al arroyo?
¿A la lluvia?
¿A los pastos enamorados
y a tu deliciosa fruta en mi boca?

Ian Welden, Dinamarca 1980.
Fotografías de Ian Welden, Valby, noviembre 2011,

domingo, 20 de noviembre de 2011

ODA A UN MAESTRO

Siendo muy joven, en el  umbral de la adolescencia, escribía poemas acerca de la vida y la muerte y los presentaba a los concursos literarios en mi querida escuela. Siempre los ganaba.
Un día quise hacer algo distinto  que reflejara mi admiración por uno de mis maestros, el señor Molina, profesor de Historia y Geografía.
Aquí les muestro mi poema ganador.
Entonces, yo tenía catorce años de edad. 

ODA A UN MAESTRO

Sólo impera embriagadora quietud.


Juguetean ráfagas doradas
entre plumajes sedosos
de nubecillas aladas.
Resignados pilares
de concreto maduro
mantienen silenciosos
ancianas paredes
que en gélidas baldosas
refléjanse,
entibiándose,
poco a poco.
Vagos sonidos mundanos
que la atmósfera recorren,
invaden el recinto sagrado
Mas la paz los desvanece,
haciendo que a sus hogares
retornen.
Sólo reina embriagadora quietud.
Astro
que comienza a derramar
vertientes rebosantes de oro,
mientras que la aislada
hija de la naturaleza,
alza,
fuerte,
sabia,
bebe con ansias
el benigno tesoro.
¡Álzase imponente
gigantesca palmera!
Acércanse lentos,
firmes,
pasos que resuenan
a lo lejos.
Uno
a uno,
responden agrietados pilares
con tibios susurros de ecos.
Paz de hombre
que aparece.
Quizás,
padre del sereno lugar.
Ojos tranquilos,
manos de consejo,
¡todo en un instante
quisiera acariciar!
Luego
se interrumpe,
lentamente,
la tibia melancolía,
Irrumpe,
¡hormigueo constante!
Jóvenes pasos en baldosas frías.
Manos inquietudes,
(sorpresa tenue).
Nueva fiesta de juventud
en el día que vuelve.
Líneas de maestro
hinchan de simpatía
Ojos serenos,
ya no son.
Ahora húmedos.
Refulgen alegría,
Se elevan
rápidas,
cien manos por los aires.
Sol que las aspira.
Y a todas ellas
una responde:
la más noble,
la que de amor sincero
arde.
Ya el astro
de lo más alto espía.
Revolotear de palomas.
Baldosas ya no frías.
Murmullo constante de joven vida
Figura de maestro,
que entre ellos,
jamás pasará inadvertida.

Ian Welden
Cuarto A de Letras
Liceo Victorino Lastarria
Santiago de Chile.


Imagen de la cabecera "La Sagrada Familia" por Ian Welden, Copenhague 1996.




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sábado, 19 de noviembre de 2011

LA ESTATUA ACOGEDORA



Cuando en los crepúsculos insomnes
me siento asustado y solitario
como un niño huérfano
y necesito a gritos a un padre
que me sujete entre sus brazos
para decirme que todo está bien
corro por las callecitas nevadas
de esta misteriosa Copenhague
en busca de las manos inmortales
del acogedor Hans Cristian Andersen.

Y entre ellas me deposito
ya que sus heladas caricias me reconfortan
su aliento de bronce me hace dormir
su solemne sombrero de copa
me otorga refugio político
mientras que las sonrientes hordas
de entusiasmados turistas japoneses
con sus anteojos y sus flamantes Nicon
nos toman fotos para la posteridad.

Fotografía del poema: Ian Welden, Copenhaguen 2005.


martes, 15 de noviembre de 2011

LA FRAGIL INTEMPERIE

"En el corazón de la batalla
me di cuenta que mis superiores
estaban más interesados en violar a niños
que en ganar el sangriento conflicto"
                         "Cita de un soldado publicada en Revista NEWSWEEK'  
                             durante la guerra de Vietnam".

Tengo hambre
como un animal jamás domesticado
abandonado a su mala fortuna
y a sus desdichas de niño.
Tengo sed
y una tormenta en mi vientre
que voltea creencias
banderas y religiones.
Tengo un miedo oscuro
que me da un valor peligroso
voy a reventar el universo
por una barra de pan.
Mis sonatas y silbidos
mis mágicas canciones de cuna
se perdieron en el lodo
desaparecieron de las estrellas.
Tengo hambre, sed, miedo.
Ten cuidado.


La ilustración del poema es un montaje fotográfico hecho por mi en 1995.

sábado, 12 de noviembre de 2011

PRIMERA NEVAZÓN EN VALBY




Me gusta levantarme en la madrugada, tomar un matecito y fumar un delicado rubio. Es la hora en que la noche se bate en retirada y el día, tímido aún, no se atreve a manifestarse del todo.

Acostumbro a salir a mi callecita El Caballo que Mató a la Vieja (Horse Kil de Vej, en danés) y caminar hasta la Calle Larga de Valby (Valby Langgade). A esa hora hay pocos transeúntes y me puedo dar el lujo de correr, saltar y cantar como un niño. Hoy salí  y cayó el primer cristal de hielo de una nevazón repentina. En cosa de minutos Valby estaba roja como la sangre araucana. Roja porque el sol de septiembre insistía en asomar sus cachitos rojos por entre las nubes de nieve.

Los daneses se apresuraron a salir y comenzaron de inmediato a hacer monos de nieve y guerrillas de pelotas.

Aparecieron trineos tirados por venados y el viejito pascuero con sus regalos y sus ho ho ho. Los niños y las parejas de enamorados estaban fascinados. Los empresarios con sus maletines de cuero bailaban la rezfalosa mi alma. Y nosotros los viejos nos sentamos en los banquitos de la plaza a fumar y comentar el milagro.

A las ocho de la mañana, salió el sol por entre las nubes. Siguió nevando, pero ahora la nieve ya era blanca.

En la gran pantalla TV de la plaza, los meteorólogos no entendían el fenómeno.La Reina Margrette se dirigió a los súbditos del reino. Estaba en bata de levantar, el cabello desordenado y sin la corona. -¡Está nevando en Valby!- dijo, y agregó -!Pero no en el resto del país. Esto es un acto de sectarismo y yo no lo voy a tolerar. He enviado a mi guardia real a Valby para sofocar la subversión de los valbyanos!

A los pocos minutos llegaron diez soldados adolescentes con sus trajes azules, sus desproporcionados gorros guerreros y sus sables de lata. Y lo primero que hicieron fue ponerse patines de hielo, ya que la lagunita de la plaza se había congelado.

Piérre, el garcon francés dueño del Café Ciré abrió sus puertas y  regaló jarros de cerveza a los mayores y orange crush a los niños.

Llegaron diez buses con policías y cinco tanques del Ejército Real, todos con gorritos con pompones. Los policías se apresuraron a ayudar a Piérre en la distribución de bebidas. La fuerza aérea dejó caer paracaídas con alimentos y medicinas.

A mediodía Valby fue declarado zona de emergencia y el sector fue acordonado por marines yankis, ya que la reina en persona pidió su ayuda.

A las seis de la tarde dejó de nevar. A las doce de la noche volvió la paz a Valby. No había más nieve en las calles, las fuerzas armadas y del orden se habían retirado. Los niñitos y sus padres estaban durmiendo. Los enamorados estaban haciendo lo que los enamorados suelen hacer.

Mi amigo y vecino Niels Winter me invitó a una cerveza y estuvimos en el Café Ciré hasta la madrugada, donde la noche se bate lentamente en retirada y el día tímido aún no se atreve a manifestarse del todo.


Otoño 2008


Fotografía del relato por Ian Welden, Valby, Copenhague, 2011.

domingo, 6 de noviembre de 2011

LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Todos aquellos
que se han opuesto al amor
tienen un largo viaje por delante.
Deberán aprender a montar
sabias yeguas indómitas.
Cerrarle los ojos húmedos
a los caballos que agonizan.
Besar las manos ensangrentadas
de un cruzado llegando de la matanza.
Desencallar los veleros atrapados
en las playas de Normandía.
Reconstruir equitativamente
la vieja y noble Jerusalén.
Acompañar a Jesús
en su cruel calvario.
Atrapar a Barrabás
en las tórridas arenas
del Desierto de Atacama.
Esperar cuarenta días
y cuarenta noches
el regreso de Eros.
Recompensar cariñosamente
la pérdida de nuestra inocencia.
Pagar la monstruoso deuda
a los traicionados Ébanos
en los tiempos de la Trata
marcados con hierro al rojo
encadenados
de cuellos, pies y manos
hacinados
en los crueles navíos del horror.
Todos aquellos
que han desafiado al amor
sólo serán aceptados en el paraíso
si sus almas aprenden a bailar
la danza de la vida
a la luz de la luna
de la mano de sus amadas.




Fotografía del poema "La familia Andersen". Ian Welden, Valby, Copenhague noviembre 2011.


jueves, 3 de noviembre de 2011

LA SONRISA EN EL BAÚL




En el baúl de los recuerdos
encontré tu olvidada sonrisa
junto a tu muñeca de trapo
y tu diario de vida.
Desempolvando recuerdos
de tu mágica infancia
me pregunté sorprendido
¿dónde estarás ahora?
Llegas con tanta prisa
a mi casa solitaria
me das un beso de pasada
y te sumerjes en tu teléfono.
Y te vas nuevamente
como si nunca hubieras llegado
olvidando nuevamente tu sonrisa
en el baúl de los recuerdos.




Fotografía del poema,"Sidsel en su Mundo", de Ian Welden, Copenhague 2011.

domingo, 30 de octubre de 2011

TU FOTO EN LA PARED




Me tiendo largo cual mástil derribado
al borde de la tarde serena
haciendo un tranquilo inventario
de las cosas a mi disposición.
A mi derecha el planeta Venus
a mi izquierda el Volcán Osorno
a mis pies alguna vez intrépidos
un tarrito de leche condensada
y volando bajita por ahí
como el alma de mi madre
el tango que siempre me aturde
con su melancólica insistencia:

"...estás en todas mis cosas, amor...
mi sofá
mi jerez
mis anteojos, mi café
mi lecho, mi ajedrez
y tu foto en la pared".



Fotografía de Ian Welden, Valby, Copenhague 2001.

.

sábado, 15 de octubre de 2011

EL USURPADOR DE SUEÑOS


Vamos a decirte una cosa
clara como el agua de nuestra tierra
oscura como tu labor nocturna
sin luna ni estrellas.
Conjugamos el verbo hurtar
cuando te miramos a los ojos
y tú que sabes siglos de estas cosas
tienes problemas graves
nadando en tu vaso on the rocks.
Porque estamos aquí afuera
todos juntos cual familia
y vamos a entrar
por la puerta principal.
¿Huirás por la puerta trasera
como acostumbras?
Porque no te imaginamos
dando tu vida como Salvador,
Juan, Pedro, Rosa o María.
Jamás has sido héroe
tan sólo un usurpador de sueños
o el clásico lobo histórico
disfrazado de ovejita inocente
clamando tus arcaicas verborreas de libertad
mientras escupes, apaleas y enjaulas.
Tienes problemas muy hondos,
insistimos tranquilos y confiados,
ten cuidado
porque la puerta ya se derrumba
y más temprano que tarde
se abrirán nuevamente
las anchas alamedas.


Imagen del poema perteneciente a Radio y Televisión Danesa (DR1).

martes, 11 de octubre de 2011

ESOS SERES SOMBRÍOS

Qué materia oscura
engendran en sus vientres
esos seres sombríos
que agitan sus sables presuntuosos
ante el maravilloso vuelo
de una inocente mariposa?
Seres aciagos
henchidos de intenciones narcisistas
ovulando sus larvas venenosas
usurpando hermosas almas madrugadoras.
Seres prepotentes
desposeídos de toda sabiduría
acumulando víctimas y ganancias
a costa de corazones serenos
eternamente germinando.
Allá ellos con sus amarguras marchitas
sigamos volando a la altura de los ángeles
abriendo nuevos caminos en los huracanes
con nuestras alas libertarias.
Que se queden en sus fosas primitivas
que se ahoguen en sus fatuos laureles.
.
Ilustración "Cuatro Sombras al Acecho" de Ian Welden, Copenhague 2006.

viernes, 16 de septiembre de 2011

CARTA PARA UNA PRINCESITA ESTOICA



¿Guardarás mi fotografía
en tu bolsa de milagros
misteriosa princesa estoica?
..
Los colores que te enseñé
necesitarán ser cuidados.

Déjame tus sueños
en mi viejo escritorio
cuando pases en bicileta por mi barrio.
.
Riega mis flores
con tus secretos.
.
Yo me iré cantando tu nombre
por caminos desconocidos.
.
Vigilaré tus triunfos
desde mi nueva atalaya.
.
Protegeré tus ilusiones
en las largas noches violentas.
.
Piensa en la palabra padre
y me encontrarás nuevamente a tu lado.

Fotocollage de Helene e Ian Welden. Copenhague 2000.

jueves, 8 de septiembre de 2011

SEIS POEMAS URGENTES


SELMA
.
Se ríen de ti
de tu tez de sombra
de tus cabellos de noche
de tu aldea tragada para siempre
entre escombros y niños muertos.
Llegaste al paraíso caucásico
envuelta en mantas de la Cruz Roja
solitaria como una estrella fugaz
frágil como una cucharita de cristal
triste y asustada como una lágrima.
Y se burlan de ti
de tus ojos de carbón
de tu verbo extranjero
Selma de las montañas heridas
¿a dónde te irás ahora?


SOLEDADES

Hay soledades infames
que arañan el poderoso corazón
del leñador en el bosque
a su triste hora de dormir.
Soledades malvadas
que graznan y aletean felices
cuando el noble peregrino del alba
encuentra a su ídolo colgando
con los pies de barro.
Y soledades crueles
como la de un alma extraviada
vagando por el universo
en busca de algún amor.



EVA EN EL EXILIO

Dicen que despertó de una costilla
en un jardín llamado Edén
y que corrió cual niñita feliz
a saciarse con el delicioso fruto de la vida.
Nadie quiere explicar ahora
por qué fue enviada
al eterno destierro de la soledad.
Por qué su magnífica flor
fue encarcelada con un candado de hierro.
Por qué fue estigmatizada de bruja
quemada en hogueras eufóricas
y violada en tanta guerra inútil.
Ni por qué se la ve tan sola y llorando
por los oscuros recovecos de las ciudades
clamando por su otrora fiel compañero de juegos,
Adán.



EL PREDADOR

¿Qué hay en esa mueca obscura?
Usted oculta un pecado imperdonable
desmantela mundos
para satisfacer su necesidad de someter
y de usurpar.
Germen de los ocasos
eminencia de carnicerías
que a paso largo y prepotente
va devorando almas y corazones.
¿Cómo se siente en sus noches en vela
cuando los fantasmas aúllan en la ventana
y los continentes crujen de rabia
por sus cobardes barbaridades?
Quién lo irá a enterrar me pregunto.
¿Quién prestará las manos
para lavar su patético cadáver
infectado por tanta pesadilla
sonrisas quebradas y sueños violados?


URGENTE

La despiadada garra de la indigencia
con sus hambres y sed y pestes a cuesta
irrumpió anoche metralleta en mano
en las chozas de viento y barro del planeta
matando mutilando y violando a millones
y condenando a miles de sobrevivientes
a un exilio ad infinitum.
Éstos refugiados han sido encarcelados
en poderosas jaulas de aluminio reluciente
por políticos de países groseramente opulentos
y los astutos productores de jaulas del mundo
se están haciendo aún más ricos.


LA BÚSQUEDA

Te he buscado
alas
fuga
gritos en la noche
y no estás donde corresponde.
Se acerca el final de mi camino
se abren las rejas de mis heridas
dolor
miedo
escombros
y aún no estás donde corresponde.
.
Fotografía de Ian Welden. Valby, Copenhague 2003.

.

lunes, 5 de septiembre de 2011

LA CHANCHA

 En estos," tiempos de la prisa", corremos de un país  sin  detenernos  para disfrutar enteramente de un poema, un relato o una imagen Este  relato está basado en un personaje de la vida real, Me encuentro con ella todas las mañanas  desde hace quince años .
Jamás nos saludamos  a pesar de que vive a dos pasos de mi departamento y hacemos las compras a la misma hora y en el mismo almacén.
Quince años, Dios mío!
Bueno, les dejo un abrazo inmenso y mis deseos de que este martes sea un día especialmente maravilloso.
Ian.

"Qué error es para la mujer esperar que el hombre construya el mundo que ella quiere, en vez de crearlo ella misma"  Anais Nin (1903-1977)


Me dicen "la Chancha". Sé bien lo que los vecinos ven en mí cuando salgo de mi departamento en Copenhague con mis botellas vacías  y mi rostro púrpura. Ven a una mujer apaleada por el dolor, que todas las mañanas compra su urgente ración de vodka y cigarrillos. Ven mi cuerpo desproporcionado y mis desteñidas mechas amarillas. Ven a una chancha.

Vivo sola. La única visita que recibo es de la enfermera estatal; cada quince días controla mis medicamentos y constata si aún estoy viva. El único resquicio de belleza que me queda son mis ojos azules como el cielo.

A medianoche tirito por las abstinencias.  Me arrastro a mi balcón a respirar aire fresco y a espiar al vecino del frente cuando sale de la ducha. Lo observo a través de mi telescopio, es un hombre bello que me recuerda el paraíso perdido. 

A veces lo encuentro en el supermercado de la esquina. No desafío sus miradas despectivas a pesar de que hemos vivido frente a frente desde hace más de veinte años. Conozco su nombre, sus secretos y sus más íntimos deseos. Yo nada espero de él, es tan sólo un entretenimiento estético.

No siempre fui "la Chancha" Parte de mi vida fui Eva, la de los ojos celestes y cabellos de sol. La de "toda la vida por delante" Estudiaba astronomía en la Universidad de Dinamarca y escribía  poemas de amor y rebeldía que publiqué en la gaceta estudiantil.

Me interesaba la luna, la inmensa soledad que hay entre ella y nuestro planeta.  ¡TRESCIENTOS OCHENTICUATRO MIL CUATROCIENTOS KILÓMETROS! nos gritaba el profesor Andersen.

Andersen me violó una noche de luna llena. Yo tenía dieciséis años de edad y era ingenua  Creí que me amaría toda una eternidad, pero  me hizo abortar su hijo a golpes y logró expulsarme de la universidad. Mi padre me echó de la casa y me dediqué a vagar por las calles congeladas y dormía en los hacinados albergues del Ejército de Salvación Danés.

Como heredé la perspicacia de mi madre seduje al viejo director Henrik Petersen; él me instaló en un pequeño departamento en el sector de los prostíbulos de Copenhague. Además, me regaló un telescopio reflector newtoniano. Con éste exploraba el sistema solar, mi querida luna y los desmesurados asteroides que rondan por la galaxia.

Henrik me visitaba todos los días a la hora de almuerzo salvo los fines de semana. Me violaba sin preámbulos y luego me dejaba algún dinero. Veía amantes debajo de la cama u ocultos en el baño. Me encerró con llave y sus violaciones se tornaron más violentas. Me traía vodka y me obligaba a beberla. Me golpeaba, me quemaba con cigarrillos y en un arranque de locura me cortó la cabellera con un cuchillo de cocina. No puedo entender cómo no salté antes a la calle desde mi ventanilla. 

Saltar no fue intento de suicidio, sino un acto de emancipación de una joven desesperada. Sólo llevé conmigo mi muñeca de trapo. Cuando abrí los ojos un ángel vestido de blanco me observaba con preocupación. Usaba guantes de goma y una mascarilla le cubría la mitad del rostro. La cabeza me dolía y apenas podía mover mis piernas. "No tengo alas aún..." recuerdo que le dije. "no las necesitas, tienes mucha suerte" me contestó con una sonrisa.

El Hospital Psiquiátrico del Reino me reconcilió con el mundo por un tiempo. Mis ángeles eran médicos cariñosos. Cumplí mis diecisiete años de edad bajo su protección y vi como mi cuerpo de niña se transformó en el de una magnífica mujer.

Un amor me sorprendió en los jardines del hospital. Andrei, con su espíritu de niño juguetón me robó un beso y desde ese momento fuimos inseparables. Escribíamos poemas de amor y  conversábamos abrazados bajo los cerezos en flor. Me sentía rescatada del infierno y de las pesadillas. Me atreví a soñar con un hogar.

Mi madre me visitó una tarde trayéndome un ramo de flores ya secas. Me escupió en la frente y me dijo que mi padre había fallecido de vergüenza. "Haz que estudie, hijo mío" le dijo a Andrei dándole un obsceno beso en la boca.

Mi recién adquirida confianza en la existencia se hizo trizas. Caí en un precipicio de desolación. 
Los ángeles del estado danés me bombardearon con medicinas y mixturas experimentales. Andrei me  leía citas del filósofo Søren Kierkegaard, intentando hacerme salir de mi oscuridad. "La angustia es el vértigo de la libertad". Luego se transformó en contrabandista trayéndome botellas de vodka que yo me zampaba en pocos segundos logrando un estado de insensibilidad total. No le temía a la muerte ni a la vida. Ni siquiera sentía indiferencia.

Mi poesía se tornó incolora y amenazante. Andrei se sintió excluido  y cayó a su propio agujero de terrores. Y ahí estábamos los dos, cada cual en su túnel.

La jefa del hospital, Ángela, no nos dejó morir. Nos trasladó con camas y petacas a su propia oficina y nos cuidó con la ternura de una madre. Ángeles y otros mortales entraban y salían como si fuera la Estación Central de Copenhague. Creo que esa actividad febril nos hacía bien. Pero en las noches caía un gran silencio ; nos cantaba canciones de cuna y nos alimentaba con biberones de  leche materna que ella misma producía ya que recientemente había dado a luz a su primera hijita.

Durante varios meses nos hizo renacer, hasta que una mañana Andrei despertó y desde su cama me lanzó un beso. Angelita rió  feliz al ver el magnífico beso volando a través de la oficina.

Pasaron los meses hasta que un día Ángela recibió el Premio Danés de la Paz por su ya célebre Nueva Terapia del Renacimiento. También fue nombrada ministra de salud  y como último gesto de cariño hacia nosotros, nos regaló una casita con jardín y  una  Biblia con páginas en blanco para mis poemas.


Andrei y yo nos casamos en nuestra nueva casa una soleada madrugada de junio. La historia de su vida había sido un enigma para mí  Cuando lo perdí para siempre por otra mujer, se llevó sus secretos junto con mi cordura en una vieja maleta de plástico.

Busqué a Ángela y después de deambular por pasillos solitarios y golpear en las puertas de cientos de oficinas sofocantes, la encontré  pegada a su taburete de ministra, dando órdenes  y firmando . No me reconoció.

Yo cobraba cada mes el cheque de la Oficina de Seguridad y Bienestar Social del Estado. Por las noches escudriñaba la galaxia en busca de algún ser con quién poder hablar y me abrazaba a mi muñeca de trapo, atontada por el alcohol pero, sobre todo, por la vida misma.

El incendio simplificó las cosas y borró todas las huellas de Andrei de una vez por todas. Solamente alcancé a rescatar el telescopio. La policía me trató con amabilidad y no me encarcelaron.

Y volví a vagar por las nevadas calles de Copenhague arrastrando mi telescopio y durmiendo en los albergues del Ejército de Salvación. Pera ya no era joven. Ya era "la Chancha"

"Chancha de mierda!", me gritan los crueles jovencitos. En algunas ocasiones se detienen ante mi departamento en la noche y tocan sus bocinas durante horas despertando a todo el vecindario. "¡Cerda puta, marrana borracha, puerca bastarda!", cantan felices mientras queman tachos de basura hasta la madrugada,  y la  policía observa impasible riendo a carcajadas. Niños pequeños me lanzan huevos en la calle y perros me ladran y persiguen.

Sin embargo, Jensen, el dueño del almacén donde compro mis provisiones, es una persona amable. Me trata con respeto y me da crédito. Su bondad me hace llorar, me seca las lágrimas con su propio pañuelo y me da palmaditas en los hombros.

Un cartero me visitó hace como mil años atrás. Con el pretexto de preguntarme algo, una dirección, ya no recuerdo la simpática conversación que terminó en mi cama. Me amó con delicadeza y maestría regalándome un orgasmo de treinta minutos. Como toda chancha soy omnívora y me alimento con los restos de la verdulería del señor Mohammed a la vuelta de la esquina.

O sea que aún existen seres nobles y generosos en este mundo, supongo.




"El acecho".por Ían Welden


sábado, 27 de agosto de 2011

Yo pecador-Poema de Ían Welden R.(1945-2013)



Yo pecador me confieso,
fui yo quien lanzó el piano
desde el quinto piso
matando a mi apacible vecino
de la planta baja
mientras reparaba tranquilamente
su noble bicicleta oxidada.
Era un hombre demasiado bueno
siempre sonriendo y cantando,
ayudando al prójimo,
asistiendo puntualmente a la iglesia,
participando en las aburridas reuniones
de la junta de vecinos,
y haciendo colectas para el África.
Lo hice adrede
porque el cartero no me trajo
la tan esperada carta de mi amada
y el sol no salió ese día
y el banco rechazó con prepotencia
mi petición de préstamo
y la carrera armamentista,
la crísis económica,
el calentamiento global,
la epidemia de las aves
y el apocalipsis,
etcétera.

.

Montaje fotográfico: Ian Welden.

Poemario Cosas de hombres
Mayo 2009

martes, 16 de agosto de 2011

SOLEDAD MI AMANTE TRAIDORA

Porque la soledad
con su mortaja totalitaria
se alimenta de mi alma
debo caminar por su sendero.
Ya no existe otro cariño
que su estricto cuero invisible,
y a la hora del amor
me evade con risotadas y mentiras.
Soledad la de la sonrisa falsa
que impone sus necesidades dictatoriales
en mis cansadas noches en vela.
Soledad la de las canciones incoherentes
destrozando mi pequeña radio a polvo lunar
en mis amaneceres sin sentido.
Soledad la del rostro esquivo
horadando sin piedad
mis cansado sexo infértil.
Soledad la de la transtornada celotipia
que me vigila obsesionada
cuando en mis tardes rosadas y solitarias
bebo de la leche de las diosas de Valhala.
Soledad la cruel, la suspicaz,
la adúltera, la traidora,
la poderosa compañera de mi vida.
.
Dibujo "La Soledad del animal hombre en la sociedad contemporánea" de Ian Welden.
Copenhague 2005.

domingo, 14 de agosto de 2011

LAS PESADILLAS NUESTRAS DE CADA DÍA




Me desperté por la mañana con una reacción alérgica en la piel. Mi cuerpo estaba reseco y arrugado como la corteza de un viejo roble. Los poros mostraban profundidades de pequeños volcanes a punto de entrar en erupción. Tomé el autobús hacia el consultorio de mi doctora. Multitudes agresivas colmaban la Avenida de los Álamos. Eran las ocho y llovía con saña sobre mi barrio San Gabriel. Debía llegar al sector céntrico de Santa Lucía. Hombres y mujeres jóvenes con maletines de cuero de cocodrilo y rostros iracundos se abrían paso a codazos para llegar a sus escritorios. Uno me abofeteó en el rostro y una mujer hermosísima me escupió porque yo le obstruía la pasada.

Los ciclistas enloquecidos, en uso de sus celulares, atropellaban a niñitos incautos. Estos mismos niños daban puntapiés a los cochecillos de las guaguas exclamando groserías. Las jóvenes madres golpeaban a su vez a los escolares con sus paraguas o sus zapatos con tacones de aguja.

Logré colgarme del autobús. El chofer frenaba adrede para que los ancianos perdieran el equilibrio y dieran contra los asientos y el piso. Los ancianos a su vez azotaban con sus bastones a los inmigrantes y estos vandalizaron el autobús y lincharon al chofer. Me alejé del vehículo en llamas y subí a saltos las escalas del consultorio. La sala de recepción estaba atestada de seres monstruosos y agresivos. La mayoría eran hombres adultos que vociferaban sus dolencias, defecaban en el suelo y lanzaban las sillas y mesas de la sala contra las paredes.

Me acerqué a la recepcionista y, con miedo, le entregué mi tarjeta del seguro social. Me preguntó descortésmente cuál era mi problema. Se me había olvidado la razón de mi visita al médico. Me insistió a gritos y yo le mostré mis brazos resecos. La alergia  había invadido mis mejillas, ojos, boca. El dolor era insoportable y mi sangre formó una repugnante poza en el piso. Esto enfureció a la secretaria quien me obligó a lavar el suelo de la clínica. Horas después, la doctora, una mujer joven y hermosa, que suele ser atenta y sonriente,  me miró de reojo, me lanzó una receta (Locoid 1% -emulsión) y a empujones me sacó de su despacho.

Con mi ropa ensangrentada salí, por fin, a la Calle Santa Lucía. Viejos deformes se abrían paso sin piedad entre la multitud en sus pequeños coches eléctricos y derribaban a los transeúntes. Sus ojos eran blancos y sin vida, sus bocas desdentadas llenas de espuma amarilla.
Perros salvajes me clavaron los dientes al subir al autobús. El viaje de regreso a San Gabriel demoró cinco horas, habitualmente demora una. El vehículo estaba lleno de soldados con ametralladoras automáticas y sus rostros ocultos por pasamontañas negros. En las solapas de sus uniformes de combate llevaban la insignia de una calavera rodeada por un sinfín de estrellitas blancas.

Entré desesperado a la farmacia  a buscar mi medicina.  Mis mejillas explotaban como pequeñas bombas. El farmacéutico, un enano jorobado y tuerto se negó a atenderme con el pretexto de que yo era una persona indeseable. Intenté increparle su absurdo comportamiento cuando en ese instante entró un sargento con cuatro soldados. Ellos me abofetearon con crueldad, me esposaron y me sacaron a la calle a puntapiés.

La Avenida de los Álamos había sido ocupada por algún ejército extranjero. Hileras de cadáveres quemados yacían por doquier y gente corría perseguida por las metrallas de los soldados invasores. Bombas destruían hospitales y colegios.

El sargento me empujó contra una muralla y me susurró con acento extranjero, con su revólver clavado en mi estómago: "¡Dame nombres, hijo de puta! ¡NOMBRES!". Luego me introdujo su arma en mi boca ensangrentada y apretó el gatillo. Escuché una pequeña explosión, vomité y desperté sobre un montículo de viejos, mujeres, niños y bebés. Algunos estaban totalmente quemados y otros, como yo, quejumbrosos y agonizando.
Logré levantarme y tambalear desapercibido entre cadáveres, soldados psicóticos, hordas de refugiados, incendios y humaredas, hasta mi casa.
Aquí estoy ahora oculto entre los escombros de mi hogar, lamiéndome las heridas y sintiendo mucha pena por mi mismo. Sin embargo y a pesar de todo, muero esperanzado, observando cómo mis poros se han abierto y de ellos crecen plantas vitales, flores multicolores, árboles robustos y gigantescos y hombres y mujeres jóvenes, millones de ellos, hermosos y descontaminados.
.
Montaje fotográfico de Ian Welden, Copenhague 2001