Cuando cae la noche
con su niebla inhóspita
y los lobos aúllan
en las ciudades temerosas
aparece la trágica figura
del príncipe solitario
los fines de semana.
Arrastrando su ropaje gris
y su patética figura arcaica
por las calles eléctricas
los bares, cafés y discos,
las juventudes bellas y eufóricas
se apartan de él con horror
porque hiede a larvas y muertes.
A historia virtual.
Y se va por los cementerios
murmurando incoherencias
preguntándose atormentado
acerca de la existencia
o la no existencia
con el sonriente cráneo amarillo
entre sus manos tan solas.
De Crónicas Nórdicas
con su niebla inhóspita
y los lobos aúllan
en las ciudades temerosas
aparece la trágica figura
del príncipe solitario
los fines de semana.
Arrastrando su ropaje gris
y su patética figura arcaica
por las calles eléctricas
los bares, cafés y discos,
las juventudes bellas y eufóricas
se apartan de él con horror
porque hiede a larvas y muertes.
A historia virtual.
Y se va por los cementerios
murmurando incoherencias
preguntándose atormentado
acerca de la existencia
o la no existencia
con el sonriente cráneo amarillo
entre sus manos tan solas.
De Crónicas Nórdicas
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