lunes, 10 de diciembre de 2012

BIRMINGHAM, ALABAMA Y SAM


                                                    Fotog rafía y diseño de Sidsel e Ian Welden


De niño, viví  en la ciudad de Birmingham, en el sureño estado de Alabama, EEUU. Tenía siete años de edad. Era la época de segregación racial, jamás llamada apartheid por razones políticas.  Pero soy testigo de que en la década de los cincuenta lo que sucedía en el sur de Estados Unidos de América era apartheid. Se sufría terror. Allí viví pocos años antes del movimiento antirracista guiado por el reverendo Martin Luther King. 

Nuestra vida de blancos era humilde, pero cómoda. Vivíamos en un pequeño departamento con baño, agua caliente y electricidad. Mi madre chilena era dueña de casa y mi padre norteamericano empleado en una firma de automóviles. Teníamos un viejo Ford.
Un muro, como el antiguo de Berlín, nos separaba de la población negra. Tras él, los habitantes vivían en casuchas de madera, electricidad y un grifo.
Nuestra pandilla infantil efectuaba expediciones a la población negra que ocurrían sin  consecuencias para nosotros. Al contrario, los negros corrían el riesgo de ser linchados si entraban a nuestro sector.
Birmingham era entonces una gran ciudad del tamaño de Santiago de Chile.Tenia restaurantes, baños públicos, almacenes e iglesias sólo para blancos...
Los buses iban casi siempre llenos y los negros, por ley, cedían  sus asientos a los blancos. El conductor debía velar por su cumplimiento.

Yo iba a un colegio católico para blancos. Y tenia un secreto: Sam Johnson, un amigo mío de mi edad ¡ERA NEGRO! Yo lo visitaba a escondidas en su casucha . Su madre se alegraba  y me servía galletas con limonada. El padre jamás estaba. Sam me enseñaba aritmética. y, entre otras cosas, hablábamos de Superman y de los planetas. Ambos queríamos ser astronautas cuando grandes. Pero él sabía que jamás podría serlo y yo sí. Por esa razón, él me admiraba .
Con nuestra pandilla blanca jugábamos a la guerra o los vaqueros e indios e íbamos donde el carpintero Mr Wood a pedirle madera para hacer sables y rifles.Una noche, mister Wood fue linchado por el Ku Klux Klan y colgado de una árbol cerca de mi casa. Yo lo vi. Se dijo que hacía negocios con los negros...
Mister Wood era uno de los hombres más amables que he conocido. Así como mi padre. Yo le rogaba a Dios que el KuKluxKlan no fuera a lincharlo también. Mi viejo era amable con los negros. Y yo también.
Dios mio, que no me linchen por favor... rezaba en mis noches en vela. Era una época de Terror.  Blancos y negros vivíamos aterrorizados..Esto jamás se ha dicho.
Una madrugada, Sam cruzó el muro y vino a mi casa porque su madre estaba enferma y necesitaban un auto para llevarla al hospital. Desperté a mi padre y el dijo en voz baja JESUS CHRIST!
En pocos minutos Sam, mi padre y yo cruzamos el muro en auto, Secuestramos a la señora Johnson y entramos al Birmingham Hospital, solo para blancos.
El efecto de ver a dos negros en el hospital fue como detonar una bomba suicida. Pero mi padre, que era un experto del póker, no cejó. Elocuente, inteligente, desinhibido y astuto como un zorro, le dijo al sargento y al personal "No existe ley alguna que prohíba el tratamiento de un enfermo por razones raciales. Es tan solo una tradicionis culturalis. Si ustedes impiden que esta mujer sea examinada por un médico, usted sargento y sus cabos van a ser acusados por mi, que soy abogado, de intervention racist antilegal bambara .No tan sólo van a perder sus trabajos, sino que van a ir a parar a la carcel".
Sam y yo no pudimos reprimir una sonrisa. No pudieron descubrir el bluf.
Mi padre, un hombre alto y macizo de pelo rojo y ojos azules, de corbata y una pipa en la mano, era un ser que inspiraba respeto y temor.
La policía abandonó el hospital y la doctora de turno y las enfermeras atendieron a la madre de Sam. Había un silencio religioso. Yo estaba sorprendido porque nadie se atrevió a discutirle a mi padre, ni siquiera los pacientes racistas.
Se trataba de una peritonitis. Mi padre y Sam  salvaron a la señora Johnson.

Esto se supo en el barrio. El Ku Klux Klan no se atrevió a intervenir. Mi padre conservó su trabajo en la firma de automóviles. Y Sam y yo mantuvimos nuestra amistad clandestina.
Yo ya estaba de regreso en Santiago de Chile cuando estalló el movimiento anti segregación en Alabama en las ciudades de Selma, Montgomery y Birmingham. Lo vimos en televisión. Y yo imaginaba a mi amigo Sam Johnson entre las multitudes con una bandera norteamericana y un bate de baseball.


Arte visual de Ian Welden.

Publicado por Revista Letras Uruguay.

7 comentarios:

  1. Gracias por aportarnos estas vivencias tuyas, Ian. Son tristes, dolorosas, pero aportan gran dosis de amor e igualdad humana.
    Imagino que has visto la gran pelicula: "El niño con el pijama de rayas". Aunque nada tiene que ver con tu relato, sí que hay un componente que las hace iguales: LA AMISTAD CLANDESTINA DE LOS DOS NIÑOS DE LA PELÍCULA EQUIPARABLE A TU AMISTAD CLANDESTINA CON SAM; AMBAS ESTAN LLENAS DE AMOR E IGUALDAD.
    Un beso desde el corazón, amigo, Ian. Me has hecho emocionar con este relato, me has hecho emocionar.

    Feliz Navidad

    Fina

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  2. Hola Lan, gracias por este buen relato. Un abrazo.

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  3. Lo primero felicitarte por este excelente relato.
    Pero estos apartheid siguen estando en muchas partes del planeta y muchísimas mentes aunque lo disimulen.

    Besos Ian, que tengas una buena semana

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  4. hola Ian, gracias por compartir este relato, emocionada y complacida en leerte.Besos de buenas noches Ian.

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  5. Gracias por compartir este relato, el racismo es algo tremendo, muy pocos se atreverían al trato humano con los negros, como si no lo fueran
    Un abrazo

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  6. Me da tanta rabia incluso leer blanco o negro para hablar de un mismo ser humano.
    QUE SIENTO DESGRACIADA LA VIDA...eso que algo hemos avanzado.
    Un abrazo sin color para ti Ian.
    mar

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  7. Hermoso relato Ian, terrible realidad...y eso fue casi que ayer!!
    Abrazotes

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