Para "the little boy inside the man"
Anoche ocurrió un
festival en mi barrio en la Calle Larga de Valby. Sus concursos de
dibujo, teatro, música, baile, canto y juegos atrajeron a cientos de
peques, con sus padres y abuelos.
Me detuve a apreciar ese acontecimiento cuando una niñita de unos cuatro años de edad, disfrazada de angelito, me dijo -"Ian, cómprame un canastillo con frutillas, por favor".
Me detuve a apreciar ese acontecimiento cuando una niñita de unos cuatro años de edad, disfrazada de angelito, me dijo -"Ian, cómprame un canastillo con frutillas, por favor".
Los canastillos con frutillas son
una tradición de amistad en el festival así que la conduje a un puesto y le
compré uno. Supuse que se trataba de la hija de algún vecino. Luego, poniéndome
una frutilla en la boca me comandó -" ¡Ven a sentarte conmigo!"
Nos sentamos en un banco y me
preguntó: "¿Cómo te has sentido del estómago? ¿Has tenido recaídas?".
Me sentí confundido y ella, al notarlo, me regaló una carcajada. "¿Cómo te
llamas? ¿Quiénes son tus papás?" le pregunté. Observé sus rulos rubios y
sus ojos azules. Su cara y personalidad me resultaron familiares. Sacó de
su bolsillo un puñado de estrellitas y me dijo, riendo: "¿No te
acuerdas de mi, Ian? Nos vimos el catorce de septiembre de este año. Yo
te cuidé en el Hospital del Reino cuando sentías morirte. Me llamo Cinthya,
Ian. ¡Soy tu ángel!".
En efecto, estuve hospitalizado en
esa fecha. Me sentía mal por la noche y una enfermera muy dulce me calmó. Me
hizo cariños en el pelo y con una canción de cuna me hizo dormir. Dijo llamarse
Cinthya. Al día siguiente, pregunté por ella. Los doctores me
aseveraron que en el hospital no existía una enfermera llamada Cinthya.
Me dijeron que seguramente fue un sueño causado por la fiebre.
"¿Cinthya?...¿ángel..?"
balbuceé, atontado.
"Es muy simple, cálmate", me dijo "Respira profundo, cómete otra frutilla. En el fondo, entiendes bien esta situación".
"Es muy simple, cálmate", me dijo "Respira profundo, cómete otra frutilla. En el fondo, entiendes bien esta situación".
Me levanté y respiré con
fuerza varias veces. Sentí síntomas de desmayo. Paseé mi mirada por la Calle
Larga, el festival no era una alucinación... era mi ángel.
Volví a sentarme a su lado
sin saber qué decir. "¿Por qué?" le pregunté. "Porque sí"
me dijo ella coqueteando como la niñita que era. Luego se levantó, me dio un
besito en la mejilla y con un "Nos vemos!" desapareció entre la
multitud.
Fotografía de la narración, Sidsel Explorando el Fuego" de Ian Welden. Copenhague 2000.
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Una belleza tu ángel. Siempre nos acompañan aunque no los veamos. o yo no estaría hoy aquí escribiéndote.
ResponderBorrarGracias por tu visita a mi blog, eres muy bienvenido.
Por cierto, mi yerno es danés.
Saludos
¡Que linda historia!
ResponderBorrar¡Siempre hay un angel entre nosotros dando vueltas!
Besos mil.
mil bendiciones a ti y ese ángel que inspira tanta belleza en tu pluma
ResponderBorrarfeliz fin de semana Ían, pásalo genial, disfruta esa compañía llena de sueños y vida
besitos
Qué historia tan conmovedora, Ian. Los ángeles siempre presentes en aquellos corazones sensibles :)
ResponderBorrarBesos
Si
ResponderBorrarcreo que nuestros ángeles siempre están presentes en nuestra vida
y a veces nos olvidamos de pedirles a ellos su compañía...
un hermoso relato
que da cuenta también de tu gran fe
gracias por compartirlo!