"Aunque camine por el más
oscuro de los valles,
no temeré peligro alguno porque tú estás conmigo"
Salmos 23: 4
Publicado por REVISTA CULTURAL ARENA Y CAL ESPAÑA
http://www.islabahia.com/arenaycal/2010/176_noviembre/ian_welden176.asp
no temeré peligro alguno porque tú estás conmigo"
Salmos 23: 4
Fotografía
y diseño de Ian Welden.©
La conocí
una tarde húmeda cuando salía del Cine Andersen
donde había visto una película polvorienta de Ingmar
Bergman.
"Me duelen
los huesos" me gritó y
succionó su cigarrillo. La ignoré, pero
ella no aceptó mi rechazo. Me
siguió y
me detuvo en una esquina donde
los semáforos lanzaban rayos multicolores al
pavimento.
"Tú! ¡Me
duelen los huesos! Haz algo, pues".
Su rostro
groenlandés con sus ojos
azules atormentados me
vencieron. Me fascinaron.
"¿Qué
quieres que haga?"
"Cómprame
huesos nuevos. Tú pareces
tener harto oro..."
"¿Eres
puta?"
"¿Puta?
¡Ja ja ja! No. Soy astronauta. Estoy llegando del planeta
Marte donde desenterré
osamentas de marcianos que
murieron hace millones de
años. ¿Y tú? ¿Eres maricón? ¡Ja ja ja! Cómprame
una cerveza, por favor".
El Café
Ciré bullía de bebedores
compulsivos, humo,
transpiración y música de
Lilly Allen. Nos sentamos a
beber. Ella sumisa, me clavaba
sus ojos húmedos, con rimel
esparcido por sus pómulos. Bebía su cerveza
a sorbos pequeños, haciéndola
durar, como si fuera whisky o coñac.
Sentí la emancipación de la
vejez en mi cuerpo desgastado.
¿O sería el descalabro de la
poca juventud que me quedaba?
"¿Qué edad
tienes, mujer?"
Como respuesta me mostró un
documento a punto de
deshacerse.
"María
Jeremíasen, 14.12.80 -Uunuk,
Groenlandia..."
"Si, a ver
el tuyo?,
"Ian
Welden, 14.12.48 -Santiago,
Chile... ¡Hola, abuelito! Ja
ja ja".
"Hola,
hija... María..."
Algo
ebrios subimos las escalas de
un edificio que algún milagro mantenía en
pie. La basura se amontonaba por
los corredores sin luz y ratas
y cucarachas se desparramaban
despavoridas a nuestro
alrededor. Sin embargo, un aroma a cilantro, ajo y
frutas frescas recién cortadas
nos acarició el olfato. Su morada consistía en un cuartito de una sola ventana con una cama en el
suelo. El baño era un
tarro de arvejas con etiqueta
GREEN GIANT. Y un gigantesco
ropero.
"Aquí vivo
yo, viejo".
"Si, me
doy cuenta".
"¿Qué te
parece?
"Mal,
pues!"
"Me
imagino que tú vives en un
palacio, ¿no?"
"No. Pero
mi casa es distinta. ¿Tienes
algo para comer?"
Sacó una
lata de sardinas portuguesas,
un pan rancio casi verde y se
despojó de la chaqueta húmeda,
los pantalones y la blusa.
Tenía un tatuaje en un seno,
SHHHH...Y cenamos sardinas
saladas, con las manos y en
silencio.
"¿Qué hay
en ese ropero?"
"Osamentas
humanas"
Un
escalofrío recorrió mi cuerpo.
Intuí que era verdad. Abrió las puertas del
mueble y una cascada de huesos
cayó al suelo. Calaveras
blancas, amarillas y oscuras
con sus clásicas sonrisas de
piratas detenidos en el tiempo
nos observaron curiosas entre
las tibias, costillas, fémures
y peronés. En el ropero había esqueletos balanceándose cual
mimos blancos colgados de
ganchos para la ropa. Observó
mi estupor y me hizo
cariño en el pelo,
tranquilizándome.
"No tengas
miedo, viejito. No soy una
asesina."
"¿Qué es
todo esto?"
"Son seres
marginados que me
regalan los cuidadores de los
cementerios de la ciudad. No,
no estoy loca, abuelito. Fui
estudiante de medicina una vez
en Groenlandia. Entiendo que no me creas,
por lo que soy ahora, una
mendiga que pide
huesos por las las calles de
Copenhague."
"¿Y qué
haces con ellos?"
"Los
cuido, les hablo y les
canto a la
hora de dormir. Los lavo, los
seco y los acurruco contra mi
pecho. Los consuelo en las
noches de tormentas.
"¡Pero
aquí también hay quijadas de
burros, de bueyes y
cocodrilos!"
"Por
supuesto. Eran sus bestias de
carga, sus fuentes
alimenticias... Tienen todo el
derecho de estar junto a sus
amos".
"¿Y así me
dices que no estás loca!"
Guardó
silencio un instante. Afuera
de la ventana llovía con
saña..
"¿Y qué
haces tú con tu vida, señor
tan cuerdo?"
"Era
arqueólogo".
Su mirada
burlona me hirió.
"¿Tienes
nietos y nietas? ¿Una esposa
guardadita por ahí en algún
ropero?"
"Tenía una
hija de tu edad, murió en un
accidente. Mi esposa me espera
en casa".
Me hizo
tocar las osamentas y recordar
esa textura tan
particular, ese diseño resistente al
tiempo que los seres
humanos con toda nuestra
ciencia no hemos logrado
imitar.
"Tú sabes mucho de esto, señor
arqueólogo. ¿Te da nostalgia?¿
Ternura?"
"Siempre
me impresionaba encontrar
huesos en mis excavaciones.
Huesos de dos o tres mil años
o más, con restos de
vestimentas bizarras. Seres
llenos de pasiones,
orgullosos, codiciosos,
inteligentes o estúpidos
reducidos a esta modesta
materia que llamamos
hueso".
"Sólo te
falta decir: `to be or not to
be ´... ¿También eres
filósofo?"
"Hace un
frío horrible, ¿por qué no
cierras esa ventana?"
"Porque
por ahí entran las almas de
estos huesos a reconciliarse
con sus muertes, pues, viejo
loco. O no crees en el alma?"
"¿Alma?"
"Sácate la
ropa mojada y métete aquí a la
cama conmigo que te vas a
resfriar, necesito a un padre
esta noche".
Puso su
cabeza en mi hombro, olía a
peces y a osos polares. Acaricié su cabello inmundo.
Yo necesitaba a una hija. La
ventana permaneció abierta y
nos dormimos en paz. Sin
embargo, desperté sobresaltado
a medianoche. Una multitud de hombres,
mujeres, viejos y niños de
diversas razas se hincaba ante
María. Murmuraban al unísono
algo que parecía una
plegaria. Gente entraba y
salía del cuarto como si fuera
la calle principal de una gran
ciudad. Por la ventana
trepaban soldados con prisioneros vendados y
esposados; del ropero
brotaban cadáveres, insectos y
bestias salvajes que vomitaban
refrigeradores, computadoras y
televisores. Del techo
descascarado surgió una mano que me sacó de la
cama y me
levantó en el aire con su dedo
índice y pulgar, como quien
retira una mosca de la sopa. Me depositó a
la salida del Cine Andersen
donde recién había visto una polvorienta película
de Ingmar Bergman.
Publicado por REVISTA CULTURAL ARENA Y CAL ESPAÑA
http://www.islabahia.com/arenaycal/2010/176_noviembre/ian_welden176.asp
Querido amigo Ían, ha sido un gran placer leérlo de nuevo y disfrutar de una historia que rompe barreras literarias. Tu genialidad es un don y con ese maravilloso don te burlas de tus lectores que esperan lo típico, una relación erótica entre tus dos personajes principales.
ResponderBorrarAdemás de ser muy entretenido es deliciosamente surrealista.
Enhorabuena!
Sylvia.
Es un realto que atrapa me gustó mucho , un saludo cariñoso Bea desde mi brillo del mar
ResponderBorrarBuenos día Ian
ResponderBorrarPrimero...vengo a agradecerte la visita y ti lectura en mi espacio
Tengo rato aquí, leyendo...y debo parar,porque se me desencaja la quijada...por cada linea leída, tengo la boca más abierta jajaja!!!
Te felicito!!!! Tienes un maravilloso estilo literario y la imaginación...tu ángel!!!!
Espero no te moleste si me llevo tu enlace a mi blogroll, para poder seguir tus actualizaciones!
Un abrazo
Gizz
Es un gustazo leerte Ian,trabajas muy bien la literatura, tienes un aire muy propio, inconfundible, felicidades.Buen fin de semana, gracias por ser y estar.Bss
ResponderBorrarCariñosos saludos estimado
ResponderBorrarsin dudas dejas un cuento lleno de lecturas profundas del ser humano...
lindes que pocas veces sabemos desentrañar y que aquí magistralmente
son expuestas...
mis respetos de siempre!
Tus relatos siempre sorprenden y nos mantienen atentos, un placer leerte Ian.
ResponderBorrarTe dejo un fuerte abrazo, buen fin de semana!
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Por favor que susto!! siempre me sorprendes con un final desopilante
ResponderBorrarMuy bueno
Abrazo