viernes, 24 de septiembre de 2010

APOCALIPSIS


Una vela enfrenta a la tormenta
con la descarada audacia
de un blanco unicornio en celo.
La tormenta se rebela ante el universo
con maravillosos cánticos estivales.
La suave pluma de una paloma
acaricia al arcoíris
una noche de verano.
La noche cubre a dos amantes
para que no mueran de amor.
El amor ata nudos de cristal
en la cabellera de una muchacha.
La muchacha se enamora locamente
de un celeste caballo solitario
que llora porque se va a morir.
La muerte sonríe satisfecha
ante la aparición de un soldado
quién con su poderosa espada de fuego
clausura para siempre el paraíso.
Guerras negras se desatan para siempre en el planeta.
.
Montaje fotográfico de Ian Welden. Copenhague 2005.

4 comentarios:

  1. A veces se atan nudos de cristal cuando uno te lee, y el alma se "fragiliza", con poemas como éste, redondeado con esa terrible y latente frase del final.
    Muy bueno. Un beso bien porteño amigo del alma.

    ResponderBorrar
  2. la muerte es la certeza más palpable en toda esta existencia

    besitos de luz

    ResponderBorrar
  3. No sé si la muerte sonríe satisfecha alguna vez; no sé siquiera si sonríe... pero llega tarde o temprano y nos hace mar.
    Un abrazo, Ían.

    ResponderBorrar
  4. Todos estamos seguros de ese final apocalíptico.
    Interesante poema.

    Saludos

    ResponderBorrar