sábado, 19 de noviembre de 2011

LA ESTATUA ACOGEDORA



Cuando en los crepúsculos insomnes
me siento asustado y solitario
como un niño huérfano
y necesito a gritos a un padre
que me sujete entre sus brazos
para decirme que todo está bien
corro por las callecitas nevadas
de esta misteriosa Copenhague
en busca de las manos inmortales
del acogedor Hans Cristian Andersen.

Y entre ellas me deposito
ya que sus heladas caricias me reconfortan
su aliento de bronce me hace dormir
su solemne sombrero de copa
me otorga refugio político
mientras que las sonrientes hordas
de entusiasmados turistas japoneses
con sus anteojos y sus flamantes Nicon
nos toman fotos para la posteridad.

Fotografía del poema: Ian Welden, Copenhaguen 2005.


4 comentarios:

  1. Hasta su estatua sigue conservando la magia de su representado.

    Sí que parece acogedora

    Abrazos

    ResponderBorrar
  2. Ian, este poema me parece buenísimo porque tiene ternura, soledad, esperanza y mucha ironía.
    Me alegra que lo hayas vuelto a publicar.

    Besos desde este día lleno de lluvia

    ResponderBorrar
  3. Ian...gracias por tu visita a mi espacio, hacia tiempo que no sabia de ti. Maravillosa esta Oda al amigo acogedor.
    Pero yo me quedaría siempre con unos brazos cálidos de mujer, de madre, de amigo/a...de compañero, piel con piel, aliento con aliento o dolor con dolor.
    Un beso grande, grande. WOMMY

    ResponderBorrar
  4. Jo, mira que eres bueno...
    Besos desde el Mediterráneo.***

    ResponderBorrar