viernes, 28 de diciembre de 2012

MARÍA EN EL OLVIDO



Queridas amistades, la  extensión de este relato fue la excusa que varias
revistas literarias virtuales hispanoamericanas dieron para no publicarlo.
Además señalaron que el lenguaje "soez" y su "obsesión por lo sexual" lo hacía
no apto para ser publicado.
Como de costumbre REVISTA PROYECTO SHEREZADE CALIFORNIA rescató mi cuento de las fauces del olvido. http://home.cc.umanitoba.ca/~fernand4/mariaen.html







"Everybody knows that the boat is leaking
Everybody knows that the captain lied
Everybody got this broken feeling
Like their father or their dog just died..."
Leonard Cohen.

Fotografía y diseño de Ian Welden, Valby, Copenhague.

Abro la ventana y me crujen los huesos. Consuelo  diría que debo alegrarme, pues el dolor es una manifestación de vida. Yo le contestaría que hay demasiada muerte en el dolor. Muerte, sopitas y mierda. Me desplazo como caracol desde mi cama para sentarme ante la ventana y observar a los niños que juegan en el patio y a los bellos que robándose besos y caricias desafían el  orden de las cosas. ¡Ah, el sexo benefactor y fértil!  Allá ellos.

Yo fui joven y bella. Y toqué pieles de todos los colores. Pieles suaves y  pieles ásperas. La mía era pálida y frágil. Los hombres se mataban por pasar sus lenguas sedientas por ella. Mi lengua era diestra y nací con el talento de usarla para causar y causarme placeres increíbles.

Lautaro Martín Huenchulán O´Brian, con su pelo irlandés rojo y su piel indómita de indio mapuche, me arrebató de mis ensueños de adolescente. Me hinchó el vientre con cinco hijos fuertes. Ahora van por el planeta multiplicándose como mandó el Señor. Mi amor por él aún lo tengo sujeto a mi corazón cansado Lo amé a pesar de sus borracheras, infidelidades compulsivas y locuras.

"Buenos días,señora María; anoche le cambié los pañales dos veces... ¿se acuerda?"

"No me venga con esas tonteras a estas horas de la mañana, Consuelo. ¿No se acuerda de que yo fui una estrella de cine  idolatrada?"

"Así será, señora, pero ahora déjeme bañarla y vestirla."

"No quiero que me toque!"

"¡Ya, pues! ¡Huele a orina y mierda, señora María!"

"¿Y a quién le importa? ¡A mí, no!"

"Tal vez la visiten sus nietos, uno nunca sabe."

"¿Mis nietos? No me haga reír."

"Bueno, en realidad, lleva ya cinco años aquí y jamás ha recibido visita"

Lautaro murió en un tiroteo en las afueras del cine Windsor. Fue el día del estreno de mi primera película, la que me llevó al estrellato. ¡Éramos tan jóvenes y bellos, Dios mío! Mis hijitos y yo lo vimos morir entre fotógrafos y curiosos. Yo lo alcancé a besar por última vez y sentí su aliento agridulce en mi cara. Vi su alma desconcertada corriendo alrededor de su cuerpo agujereado. Me visitó varias veces después, cuando me miraba en el espejo o estaba en la tina remojando mi desnudez. Desapareció para siempre, creía yo, cuando Esteban Poblete Larraín entró a mi vida por mi puerta principal burlándose de las buenas costumbres y el sexto mandamiento.

Ambos teníamos  veinte años de edad. Mi belleza quitaba el aliento a los hombres. Esteban desterró a mis hijos a una academia militar y cuidó que nada estorbara nuestra loca fiesta de los sentidos. Otros hombres llegaban a mi casa cuando Esteban viajaba por el mundo preparando mis actuaciones y conferencias. Caían a mis pies rogándome mi belleza. Se amenazaban entre ellos y se aliaban en contra de Esteban. Yo reía, gozaba y los despachaba al amanecer.

"¿Qué edad tienes, Consuelo?"
"Dieciocho, señora. ¿Por qué?"
"Eres bonita, ¿sabes? ¿Tienes a un hombre?"
"Su sopa se está enfriando, señora María, ¿quiere que se la dé con cuchara?"
"¿Tal vez tienes muchos?"
"¿Muchos qué, señora?"
"¡HOMBRES, payasa!...."
"Yo recibo mi sueldo para cuidarla y atenderla..."
"¡No seas ridícula, mujer! ¿Sabes que yo fui joven como tú una vez? Pero no tan sólo bonita sino que bellísima. ¿Me crees si te digo que tenía que espantarlos como a moscas?"
"Si necesita algo más toque el timbre, señora María. Debo atender a otros pacientes."
"¡Puta! Eres una maldita puta que se abre de piernas y goza. ¡Dios mío, qué miseria!"

No puedo abrir la ventana. La sopa está fría y llueve como si fuera la última lluvia. Mi espejo devuelve mi rostro con cicatrices que reflejan mis  pecados y traiciones. Mis hijos, con uniformes ridículos, portan metralletas muy grandes para su edad. Mis secretos repugnantes... ¿estaré en el purgatorio? El alma de Lautaro ronda por aquí. Echo tanto de menos mi menstruación y mis dientes.

Esteban llegaba con flores y cheques de países exóticos y con un pene tan rígido que me podía columpiar de él. Y nos filmábamos para luego disfrutar de nuestras hazañas eróticas mientras cenábamos manjares que tan sólo nosotros y algunos monarcas del mundo conocen. Una madrugada las bestias burlaron la guardia y lo mataron. A mí no me tocaron. No lloré para no estropear mi cara maravillosa. Mi corazón se endureció, sí, como una piedra y para siempre. Hay fotos del entierro en los archivos del mundo. Yo sonrío como la Mona Lisa.

Además, Walter Svendsen, un vikingo danés me introdujo una mano hirviendo bajo mi vestido negro y esa misma noche lo contraté como guardaespalda, manager y amante. No saqué a mis hijos de la academia militar pues en esa época exterminaban  gente pobre en países lejanos. Estaba en la cumbre de mi carrera, mi talento y mi belleza.

Pero en las noches cuando Walter dormía, los fantasmas de Lautaro y Esteban entraban al dormitorio desnudos y armados con machetes. Se infligían heridas salvajes en un silencio aterrador. Sólo se escuchaban las navajas rasgando el aire. Desaparecían al amanecer y en el dormitorio quedaba flotando un penetrante hedor a descomposición que Walter atribuía a la maldita flojera de los aseadores.

"Pero señora María, ¡no se tomó la sopa! ¿Quiere que le traiga una papillita bien sabrosa? Ya va a atardecer y tengo que prepararla para la noche."
"Tráeme un pene bien parado mejor..."
"¡Ya! ¿Empezamos de nuevo? Aquí le traigo sus píldoras.La hacen sentirse tranquila, ¿sí?"
"Sí, Consuelita. Es el único placer que me queda en la vida."
"¡Por Dios! ¡Ya se cagó de nuevo! Qué olor, señora... ¿Por qué no me ha llamado antes?"
"Es el olor de Lautaro, Esteban y Walter, Consuelo. Sopa, mierda y dolor pues. Sopa, mierda y muerte..."

Le temo a la muerte porque es una criatura sin respeto. Se entromete en los pocos días que me quedan y me amenaza con la inconsciencia eterna. Se ríe de mis pechos que cuelgan hasta mi ombligo. Se burla de mis nalgas, hoy transformadas en algo parecido a bizcochos averiados. Lloro, a veces, cuando Consuelo me baña y alcanzo a ver la mazamorra que es mi cuerpo en el espejo grande del baño. Esto es un pecado cometido por Dios. O la venganza del diablo. Una venganza cruel e ingeniosa. ¿Qué hora será? ¿Es día o noche? ¿Por qué no viene Walter a visitarme? O Angélica. ¿Dónde estoy?

Me había olvidado de Angélica Morales, la directora y camarógrafa chilena que me abrió las puertas al paraíso y desplazó a Walter de una sola mirada. Él se suicidó y se unió a la confraternidad fantasmal de Lautaro y Esteban. Era la época de la liberación pero también de la represión. Gobiernos militares subían a los tronos llevándose en sus bolsillos la sangre de los desposeídos del mundo. No es que me importara. A mí sólo me importaban mi juventud y la imaginación de Angélica. Ella cumplió sus sensuales promesas más allá de todas mis expectativas. Besar a una mujer es un milagro, quien no haya besado a una, no sabe lo que es tocar el cielo.

Debería confesarme, me diría Consuelo. Si tan sólo supiera... . Angélica también transformó mi fama en mitología con su maestría profesional. Ya no era una estrella de cine adorada sino una diosa. Las multitudes se arrodillaban ante mí y lloraban con fervor. Nos amábamos sin separarnos más de algunos minutos. Mis hijos la odiaban y por ella los expulsé de mi vida sin sospechar que yo ya estaba organizando el alud de soledad que hoy me sepulta.

No sospeché que Angélica y yo  viviríamos juntas veinte años.Tampoco que me traicionaría cuando más la necesitaba. Mi juventud se desvanecía  y mi talento vacilaba ante las cámaras. Mi público me dio las espaldas y ella me abandonó por una estrellita debutante. La lanzó al firmamento, a nuestra cama, y a mi, al tarro de la basura. La historia de siempre sólo que las masacré a balazos con el revólver oxidado de Lautaro Huenchulán. Y la cárcel, bueno, había muchas angélicas. Años y años interminables de angélicas a mi disposición. También insaciables lautaros, estébanes y walters ad libitum. ¡Consuelo!

"¿Llamó, señora María?"
"Quiero morirme ahora, por favor."
"Creo que es mejor que se tome sus píldoras..."
"Y no quiero a un sacerdote ni a mis hijos ni a mis nietos. ¿Tengo nietos, Consuelo?"
"Si, señora. Tiene muchos nietos y nietas según sus papeles."
"Y mis hijos, ¿dónde están?
"Sus cinco hijos murieron por la democracia, señora."
"¿Democracia? ¿Quién es ella? ¿Es tan linda como fui yo?"
"Señora María, tómese sus píldoras y duerma un poco."
"Así que Democracia, los pillos. El mundo siempre gira en torno a una mujer bella con nombre de artista..."

Qué extraño, menstrué esta mañana mientras intentaba abrir la ventana.  Y me salió un nuevo diente. Esto no es como debe ser. No debería ocurrir. Añoro las manos tibias de mi madre y la voz serena y firme de mi padre. Consuelo ha entrado a mi cuarto vestida de novia. Viene del brazo de Lautaro Martín Huenchulán O´Brian quien luce su traje negro y su corbata roja de siempre. Lo escoltan Esteban Poblete Larraín y el vikingo Walter Svendsen. Ambos llevan ametralladoras colgadas de los hombros. Angélica Morales viene entrando con una vela encendida. Yo no puedo hablar ni moverme. Cinco soldaditos  toman posición de combate alrededor de mi cama. Uno de ellos abre la ventana y me sonríe con ternura. Entra una brisa muy fresca, mis huesos crujen y logro cerrar los ojos.

"Allá ellos", alcanzo a pensar.

2 comentarios:


  1. Esta historia es impresionante, tienes una habilidad increíble para escribirlas y conmover con ellas.

    Un gran beso con mi amor y mi admiración.

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  2. Pues "Allá ellos" si no publicaron este, uno de tus maravillosos cuentos, relato o semblanzas de la vida, porque es tan viva la historia como la propia muerte.

    Precioso, gracias Melba por tu rescate y a ti Ían por contar tan bien.

    Un Feliz año para todos.

    Abrazo.

    Moon.

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