sábado, 29 de septiembre de 2012

EL DIARIO DE VIDA DE POONAM


                                
 Querido diario:  Me llamo Poonam y tengo doce años de edad. 

Nací en Dinamarca y mi papá, Sukvir, es hindú. Mi mamá Poonamán murió cuando nací. Hablo danés e hindú y me gusta vivir en este país  y vestirme con ropa hindú. Jamás he visitado India, pero mi papá me prometió ese largo viaje para cuando cumpla los dieciséis.

Mi papá tuvo un negocio de abarrotes en la Calle Larga de Valby hasta que fue asaltado. Unos jóvenes lo golpearon hasta la  inconsciencia. No puede trabajar debido a  una dolencia cerebral por lo que recibe una pensión del reino danés. Duerme mucho durante el día y, por la noche, ve solamente televisión de India...

Vamos a tomar café o helados al Café Ciré en la Calle Larga de Valby. A veces nos llama su amigo Juan y nos juntamos para caminar y conversar. Juan es chileno. Habla danés, inglés y un idioma que se llama castellano. Mi papá también habla inglés pero muy poquito danés.

En la Calle Larga de Valby siempre hay milagros  como vendedores de arcoíris y vikingos domadores de mariposas. Mi papá me dice que son ilusiones, pero yo prefiero creer que son verdaderos milagros.
Estoy en quinto año en el Colegio de Valby.  Mis compañeras y compañeros de curso se burlan de mí y me empujan o escupen. Yo quisiera ser amiga de ellos pero me dicen fea, sucia y otras cosas que no quiero escribir aquí.

Es porque me visto con ropa hindú.

Mis amigas hindúes no son en realidad verdaderas amigas. No visten con ropa hindú y me visitan sólo porque sus padres son amigos del mío. Creo que se ríen de mí a mis espaldas.

A veces me siento muy sola.

Tengo sí, una compañera árabe llamada Selma. Ella viste ropa árabe y usa cosméticos en los labios y ojos. Lleva siempre un velo en la cabeza y habla danés. Tiene muchas amistades  y es muy popular en el colegio. Su padre Ahmed y su madre Ahmida son de Irak. Ellos hablan árabe y muy poco danés a pesar de que han vivido en este país ya muchos años. Tienen una verdulería en mi calle y viven en un departamento lindo y pintado todo de blanco.

Pero yo no soy su mejor amiga, sino una joven danesa. Ella es  Cristine. Su papá es electricista y su mamá  limpia oficinas en los Correos Daneses. Viven en una casa inmensa con jardín y  tienen dos autos. Su hermano mayor se fue de la casa porque ya cumplió los dieciocho años de edad.

También hay árabes, hindúes y daneses muy pobres. No tienen trabajo. Hay daneses que viven en la calle. Generalmente los extranjeros del tercer mundo a pesar de estar cesantes se acomodan donde sus familias y no tienen que pasar hambre ni frío en los inviernos tan largos y oscuros de este país.

El reino danés da dinero, educación y atención médica a todos. No entiendo entonces por qué hay gente tan pobre. Mi papá me cuenta que la pobreza en India es mucho peor. No me lo puedo imaginar. También dice que los pobres en Dinamarca son flojos. Yo no le creo mucho pero no le contesto.

Una vez, Selma y yo, visitamos el barrio pobre cerca de la Estación Central. Nos dio mucha pena ver a jóvenes y viejos, hombres y mujeres, blancos, negros, pardos y amarillos emborrachándose con cerveza o atontándose con drogas. Un hombre  desaseado gritaba que el fuego del infierno se iba a tragar a todos los infieles. ¡Qué susto!

Bueno, nosotros los hindúes no creemos en el fuego o en el infierno y dejamos a los no hindúes en paz.

Aquí en Dinamarca los políticos y especialmente el Gobierno hablan mucho de la integración de los extranjeros. A mí me da un poco de risa porque según lo que yo veo hay muchos más daneses desintegrados.

Pienso que se enredan mucho sobre la situación. No hay que complicarse, la cosa es muy simple: hay que seguir las leyes de Dinamarca. Ahí esta la solución. A los extranjeros que  cometen crímenes hay que enseñarles a leer y escribir, conseguirles un trabajo y enseñarles a hablar danés. Y a los criminales daneses hay que mandarlos a la luna. ¡Ja ja!

Por lo menos tengo sentido del humor...

Bueno, soy primera en mi clase y sueño con tener amigos y ser bailarina.

¡Chao!

Poonam
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1 comentario:

  1. Cuántas preguntas puede llegar a formularse un niño, ¿verdad?. Ellos no entienden de la complejidad adulta, de los noes que son síes, de los laberintos interiores, de las verdades a medias, de que lo blanco a veces es negro...Ellos entienden que cuando llega la primavera nacen flores, ellos entienden la realidad con sus ojos de niño.

    Un abrazo, Ian, y feliz fin de semana

    FINA

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